¡UN LIBRO!

Desde
aquel odioso regalo
no volví a ser el mismo.

¡Un libro!

Entonces empezaba a ponerse de moda
un gotelé más afilado,
más noventas.

¡Pgiu, pgiu!

Cada cosa que me pasaba,
cuando lloraba y no entendía nada,
acto seguido, dejaba de ser
el mismo.

Un día vi en la tele que un
vampiro mordía libros
y se alimentaba
de su
contenido.

Empecé a morder mis libros.
Empecé a morder
mis libros.

Publicado por

Txema Maraví Artieda

Soy de mi pueblo de toda la vida.

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