Ese viejo
sauce lanzaba hojas
que parecían alargadas bocas
amarillas.
Flotando
en mi piscina se
reían de mi pelo fino,
de mis brazos de palillo.
Una extraña tarde salimos a pasear.
El viento agitaba los álamos a cámara lenta.
Yo adoraba el viento entre los álamos y deseaba tanto
la muerte de aquel viejo sauce que creo que lo sequé con
los ojos.