Qué milagro
la semana blanca,
qué milagro la ciudad infestada
de niñatos, qué milagro y yo sin dinero
rozando los cajeros automáticos.
Puedo sentir el milagro cuando miro al cielo,
cuando miro al carnicero, puedo sentir
el milagro cuando contagio
un bostezo.
Puedo sentir el milagro cuando veo a
cinco viejas cubiertas de ropa
hasta las cejas ejecutando
una extraña coreografía
en silla de ruedas .
Qué milagro la semana blanca,
qué milagro la ciudad
infestada de putos
niñatos.