Soy el Ampelmann
de una ciudad que no conoces,
tengo la cara llena de trasquilones
y no me gusta
opinar.
Hace dos años me
cortaron el pelo delante de un
espejo dorado y desde aquella dolorosa
experiencia no he vuelto
a ser el mismo.
Una raza de hombres que nunca duerme
se gastó todos mis ahorros y entre
todos me tumbaron en una
cama llena de migas
de pan.
El resultado, el final
de la historia te lo puedes imaginar.
Yo, con un puño en cada mano
buscando sinónimos para
quejarme con
propiedad.
Tú, mirando al infinito como
si nada de lo que me
pasara fuera
contigo.