Buscando lubricante con olor a
cerezas en el árbol
encontramos
una multa impregnada de lluvia.
La tripas vulnerables de los peces flotaban
en los charcos y cuatro botes de champú
esperaban ser derramados
en el suelo de la calle.
No dijimos nada más en toda la tarde,
cruzamos el río con desgana
y abrimos cuatro bolsas de basura,
y confirmamos una realidad,
y te marchaste con esa
sonrisa estúpida de
quien sabe
que tiene la razón.
me gusta que en los poemas hablas mucho de bajar de casa, de salir a explorar 🙂