Creo que andar por una ciudad a la deriva
es lo mejor que se puede hacer
en la vida.
Eso y fabricar armas de madera.
Pienso
que mi caligrafía
se parece cada vez más a la caligrafía
de un muerto.
Y por ello no desespero.
Al contrario.
Te lanzo a la cara un pañuelo lleno de mocos
y te contagio un
catarro.
Y luego me disculpo.
Los tontos también se disculpan.