Tres
horas
caminando
entre dinosaurios.
Y no me aburro de mirarlos.
Uno come de un árbol.
Otro se divierte moviendo unas piedras.
Uno con plumas me pasa
rozando.
Se hace de noche.
Creo que me tocará dormir al raso.
Los dinosaurios se retiran en manada.
Verdes, rojos, amarillos, todos me dan de lado.
Ya no queda nadie, ni un herbívoro, solo un ruido lejano.