Conocí
a un matemático
que contaba con los dedos
y no se sabía de memoria las tablas de multiplicar.
Por lo demás era como todos los demás.
Hacía lo que todo el mundo, no era nada original.
Se peinaba con un tenedor y cagaba en una cuchara de plástico.
Hiciera lo que hiciera no lograba destacar.