Tenía tres chucherías y se comió la cuarta.
Caminó por Barcelona, la gran
manzana podrida.
Se tumbó en la acera
como se tumba una paloma vieja, moribunda,
esperando su
hora.
Le hablaron de una tienda en el centro.
Le dijeron:
Las
coberturas
de chocolate que
hacen son impresionantes.
No podía llegar al centro, no tenía fuerzas.
Estas fueron sus últimas palabras:
Lo que pasa es que el gran público no está muy por el jazz.
Y
despareció del mapa
como acaba desapareciendo del mapa
una paloma vieja, moribunda,
esperando su
hora.