Sentado en una terraza,
en una mesa delante de mi mesa,
un borracho se queja gritando,
de la gente que habla
gritando.
No se queja gritando de la gente que se queja gritando.
No.
A esos los admira y respeta.
Se queja de la gente
que grita
a
secas.
A su lado, un borracho amigo suyo
le da la razón en todo.