Lo que más le importaba en el mundo
era una bombilla encendida.
Todo lo eclipsaba esa
bombilla.
Un saludo,
una disculpa por llegar tarde,
una conversación acerca del tiempo…
Nada importaba si una bombilla había estado encendida cuando no debía.
Eclipsaba su mente el hecho de que aquello había ocurrido.
Y para él, ese hecho concreto, era lo más importante
en ese momento.
La obsesión en detrimento de lo cordial.
Y todo propiciado por el ahorro.