Cuando
por fin maté
la mosca que hacía
más de media hora me
había estado molestando,
me senté y respiré tranquilo.
Y seguí haciendo lo que
me ocupaba en ese
momento.
Pues resulta que la mosca seguía revoloteando y molestando.
Pues resulta que no había sido una sola mosca todo el rato.
¡Habían sido dos!
Ahora que te lo cuento me
invade un conflicto
de no sé qué
tipo.