Tus
llamadas de socorro
se han convertido en el
marcapáginas
de
los demás.
No
te sientes
especialmente feo.
No te hace caso ni el joyero
jotero.
Te gustaría poder como un pájaro,
construirte
un nido en las alturas,
y poder ver la vida desde arriba,
y comer palomitas
y banderillas.