¿Sabes lo que pasa cuando comes aceitunas?
¿Qué pasa?
¿Qué pasa?
Que quiero ser el tío Pepe para vosotros,
apoyado en una barra pintada de
minio arenoso, que quiero
lo mejor para vosotros,
bonitos, mis
sobrinos.
¿Sabes lo que pasa cuando comes aceitunas?
¿Qué pasa?
¿Qué pasa?
Que quiero ser el tío Pepe para vosotros,
apoyado en una barra pintada de
minio arenoso, que quiero
lo mejor para vosotros,
bonitos, mis
sobrinos.
Nos gasean
los camellos mecánicos,
el sudor de sus pezuñas emborrona
el suelo.
Todo se constipa, volvemos
a lo mismo, chico del
futuro.
Nos gasean los camellos mecánicos, a lo lejos,
en el cielo, una estrella
fugaz.
Pamplona, San Fermín es tu copatrón,
te iba a decir una propuesta, pero como no
me dejas ni proponerte, pues digo que tu asiento
del copiloto con camiseta blanca enfundado, tu chubasquero
de Osasuna los días de lluvia, en fin, este tipo de cosas,
no me seducen tanto como para dedicarte
más de un poema.
No hay nada peor que golpear
el pie desnudo contra una
caja de cartón,
bueno sí,
golpear el pie desnudo
contra una caja de
acero.
Así empieza todo, así empiezan mis poemas,
luego resulta
que un calcetín en la papelera,
que froto una lámpara y pido diez deseos,
que odio los dragones y los drones,
que soplo por un tubo y escribo
sobre un pelo de nariz.
Io trovo
laboro in questa plaza,
la gente la cruza como si ellos
no existieran, una niña salta en plan
caperucita roja por el bosque.
Io trovo laboro in questa plaza,
las ventanas brillan desde la calle,
como en un sueño que se repite,
una y otra vez la misma
noche.
Io troivo laboro in questa plaza,
el mejor poema lo escribe
una paloma coja, los
edificios sufren de
aluminosis.
Lo dije para mí.
Cuando caiga el último videoclub,
cuando caiga el último cine del centro
dejaré de avanzar, pero seguí avanzando,
qué otra cosa me quedaba, una fuente de piedra,
un charco helado en la carretera, una puerta de madera tallada,
una paloma estampada
en la cara.
Me han
ordenado que vuele,
ha sido buena política, los pájaros
negros de pico de plata, sus vuelos aleatorios.
Límpiame las manos, me ha dicho el invierno,
límpiame las manos, me ha dicho
la sombra del hielo.
De fondo, la risa de una hiena chilena, en todas
las casas, gente corriente bostezando
en la ducha.
Límpiame las manos, me ha dicho el invierno,
en la quinta balda de tu estantería tienes
polvo acumulado, no lo limpies,
pide una pizza.