Estoy sentado en un banco,
cerca de un banco,
cerca de un árbol,
cerca de una
colilla.
¿No me ves?
Estoy sentado en un banco,
cerca de un edificio,
cerca de un trozo
de baldosa.
¿No me ves?
Estoy en la calle Kalea,
cerca del bar
Jatetxea.
Estoy sentado en un banco,
cerca de un banco,
cerca de un árbol,
cerca de una
colilla.
¿No me ves?
Estoy sentado en un banco,
cerca de un edificio,
cerca de un trozo
de baldosa.
¿No me ves?
Estoy en la calle Kalea,
cerca del bar
Jatetxea.
No entiendo nada,
no entiendo ni-mi-propia-letra,
una comunidad que se odia,
una comunidad que roba
por ne-ce-si-dad,
son mecanismos del estado,
el dueño está mal moralmente,
el dueño está fa-tal,
qué triste que te registren el bolso,
qué triste que lo haga gente decente,
al corzo muerto se lo llevó la muerte,
al corzo muerto se lo llevó
la corriente,
llevo todo el camino inventando una excusa,
llevo todo el camino pensando qué decir
pero de pronto he decidido
decir la verdad.
La
montaña
era un pueblo amarillo,
la casa nueva una secta donde
vivía una familia de
madera,
y de todos los balcones saltaban las flores,
y de todos los balcones saltaban los
gatos borrachos,
y de la carretera los erizos,
y en la carretera una
furgoneta en
ralentí.
Agua
oscura en invierno,
mi hermana peinando
mi pelo mojado, líneas rojas
en el cuero cabelludo, pelo negro
infestado.
¿A quién quieres más?
¿A mamá o a mí?
Hoy no me ha tocado el sumidero
en el culo, hoy le ha tocado
a mi hermano.
Bañera blanca enorme, jarra
de regaliz, champú
barato.
Hablando
del mundo entero
bajo el influjo del maligno, escuchando
sermones que no llevan a nada
y comprando llaveros en el
rastro, acabo de sentir
el
hielo.
Tomo nota,
toma nota de todo
mi cuaderno electrónico,
se deposita el polvo entre mis
dedos afilados,
y vuelvo para casa con
una vieja cárdigan
roja nueva y
cuernos.
¿Qué hace
un pájaro suizo
en lo alto de una montaña de Japón?
Lo mismo que tú y que yo.
Silbar entre las piedras como lo hace el viento,
imaginar un bosque, un tejado, una
biblioteca en llamas.
Sentir a lo lejos la lona sucia de un circo de colores
y pensar en la estupidez humana,
y pensar
que no nos cagan las palomas,
que no nos arrastran las olas,
que no nos moja la lluvia,
que no somos
tan importantes.
Un africano
abrigado en verano,
un africano lejos de África
no cambiaría ni una sola palabra de
las que dijo cuando pisó la línea
continua recién pintada y
dejó su huella blanca
en la carretera.
No
juno bien,
arrastro los pies,
me tropiezo con todo,
creo que me chistan a lo lejos,
pero no,
me lanzan un moco,
y yo sólo quiero,
echar azúcar
al fuego.
El coche de
mis pesadillas no gira,
estrello todo el rato el coche de
mis pesadillas.
Sueño que se rompen todos los cristales
y que la lluvia se cuela por todas
las ventanas.
Desde lo alto
de un pálido e inane
acantilado me observa un
hombre vestido de negro comiendo
una ensalada.
Eso parece ser, o imagino la silueta,
o imagino la ensalada mientras
intento besar en el
pico a un
pájaro.