Esperaba desde lejos
y cruzaba el paso de peatones
con su cami azul marino, conocido de
toda la vida, admirado de sobra
por-sus-aficiones.
Admirado en los ochenta, admirado con sus amigos
fumando-y-robando-la-pasta o ligando con alguna
chica en las escaleras de la
sala Carlos III.
Admirado porque caminaba solo, porque siempre
lo hacía y porque se sentaba solo y no
jugaba-ni-se-peleaba.