Me dijiste yo nunca no he fumado, me dijiste yo
nunca no he caminado con un plato
lleno de agua encima del agua.
¿No te dabas cuenta que mi voz en tu cabeza
eras tú misma, que fuiste tú quien me
descubrió la palabra?
De pronto nos escuchamos en boca
de todos y no dijimos nada más
en toda la tarde.