Las piedras blancas que íbamos arrojando al suelo
nos indicaban el camino
de vuelta
Y sin embargo decidimos seguir andando
cuando ya no quedaban más piedras blancas
que arrojar
Decidimos adentrarnos un poco más
en el bosque de la incertidumbre
Caminar juntos
hacia lo desconocido
Tú temblabas de frío
y a mí se me iba la cabeza
de vez en cuando
De repente
separamos nuestras manos
y empezamos a correr
cada uno por su lado
Cuando por fin llegamos al descampado
con los brazos arañados y los pies llenos de barro
nos detuvimos cansados
Y sentados observamos en la cima de una colina
un perro aullando hacia la luna
Y acto seguido supimos que jamás volveríamos
a caminar juntos
…