Los árboles plantados en las aceras cambian de color tan rápido
 
que casi puedo notar gradualmente su cambio al pasar
 
y de repente son amarillas
 
He llegado pronto al dentista 
 
y me toca esperar como siempre tirado en la calle
 
sentado al sol en un banco cualquiera
 
observándolo todo a mi alrededor
 
Suena una sirena y los alumnos del instituto más cercano 
 
salen despavoridos con sus bocatas en la mano
 
Y un montón de chicas adolescentes ocupan mi banco
 
Y se sientan todas sin ningún pudor a mi lado
 
Y ocupan el espacio que les pertenece
 
Y me rodean con estruendo mientras miro el reloj
 
Aparece una chica nueva en el grupo
 
Aparece saltando como una niña pero sus pechos se balancean como los de una mujer
 
Sigue siendo una niña con cuerpo de mujer
 
Me largo pensando en todo aquello
 
Y me largo caminando con pasos lentos de anciano
 
Me largo para que me hagan un condenado empaste
 
De nuevo escucho la sirena mientras alguien hurga en mi muela
 
y entonces me acuerdo del banco solitario
 
y de las hojas que cambian de color gradualmente 
 
que casi no nos damos cuenta