Un kilo de agonía

NOTICIAS como la protagonizada por el joven alemán que se ha llevado por delante a varios miembros de su antiguo colegio dan una idea de que las series más macabras se siguen produciendo en la realidad. Así que no es tan descabellado que uno se las crea en la ficción. Estas noticias contribuyen al creciente miedo de algunos miembros de la sociedad a salir a la calle. Sienten que apenas durarían unos minutos. Claro que en la tele también hay mensajes que contribuyen al terror. Es el caso del cantante, o lo que sea en estos momentos, Michael Jackson. La criatura ha pedido visitar a una ex concursante del Gran Hermano británico llamada Jade Goody. Esta mujer padece un cáncer de útero terminal y se ha hecho famosa porque tiene vendida su agonía en varios medios ingleses. Dicen de Jackson que es gran aficionado a GH y, como no pudo hablar con ella, pues pidió que la dijeran que «pensaba a todas hora en ella». No sé si los caminos del marketing son inescrutables o directamente repugnantes. Pero ha debido de pensar que a grandes, males grandes remedios. Es tan baja la popularidad de este cantante, ocultista o lo que sea ahora Michael Jacson que chirría este burdo modo de vampirizar la popularidad de una enferma terminal mediática, que ha decidido crear una herencia a sus hijos a costa de los medios morbosos de la televisión inglesa.

Miedo lo que se dice miedo es el que provocan los capitanes de rojo de El conquistador del fin del mundo con su juramentos. Si pierden el fuego se cagan en lo más alto y si les descalifican por tramposos amenazan a la cámara como si lo hicieran directamente al espectador. Hay lenguajes que los asume también el medio que los permite. Llegados a este punto de insensatez, cachis en la mar: que lo echen a cara y cruz y que se ahorren la llegada al faro.

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