Al rico cabreo

Me gusta el criterio de la edición de El conquistador del fin del mundo. Se trata de que los capitanes de los Cóndores y los Pumas no se vayan de rositas. Los problemas les llueven y sus decisiones son airadamente protestadas. Para esta edición, más que un capitán apaciguador o ganador, lo que han buscado son concursantes conflictivos. Gente que protesta y que obliga al capitán a ponerse las pilas a todas horas. Un giro interesante que puede hacer que el concurso acabe antes de lo previsto. Vamos que, como siga así y los capitanes tengan que ejercer de bordes, el concurso no llega a la conquista del mítico faro. Y hablando de bordes, se ha vendido como tal la bronca de Wyoming a una becaria. Frases como «estoy hasta los huevos» y otras lindezas dirigidas a una compungida aprendiz de actriz. El juego de la doble verdad. Uno se lo cree o no, porque si lo piensa un poco, no hay razones para que el humorista y presentador cargue tintas sobre una trabajadora. Y todo es posible porque hay precedentes. Quién no recuerda los gritos de Pepe Navarro, de Javier Sardá o el famoso «Pero esto qué esssssss» con el que Matías Prats desveló públicamente la personalidad que esconde su voz engolada que roza el falsete. Afortunadamente a la gente no le da por echar broncas en directo, pero no porque no existan. Más bien porque los bordes profesionales se esperan al corte publicitario para hacerlo. Se ve que el cabreo está de moda como género. Produce un efecto contradictorio que alterna la pena por los efectos de la bronca en los inocentes y la risa por creer que la grabación ha sido tomada sin el conocimiento del abroncador. Un día de estos asistiremos a una bronca de verdad y verán: cambiaremos de canal pensado que ya les vale con las bromitas del cabreo en directo.

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