Reinas espantadas

SE dice que quien no aparece en televisión es que no es nada, vamos, que vivir vivimos pero que la vida de quienes no asomamos por la caja tonta no vale nada. También es cierto que la mayoría lo tenemos asumido y sólo unos pocos se rompen la cara por hacerlo. Pero salir en la tele tiene una finalidad muy clara. Uno aparece o bien para que le paguen por ello o para promocionar, y luego vender, algo. Javier Sardá publicó al principio del verano un libro que apenas tuvo una promoción televisiva a la altura de una estrella del medio. El caso es que pasado el estío el tipo anda ahora soportando las bromas y experimentos de El hormiguero de Pablo Motos para hacer como Umbral: hablar de su libro. Y ya sabemos que uno de los atractivos de este programa son esos locos experimentos en los que lo mismo hacen explosiones por reacciones químicas que provocan una avalancha de porexpan que, como ocurrió el otro día, casi mata a Motos y Marron, los protagonistas. Lo que sí parece que ha provocado una avalancha ha sido la vuelta de Mª Teresa Campos a las mañanas de tv. Un regreso triunfal para el que contó con el mismísimo Zapatero y que la encumbró hasta el liderato. Posición que luego ha ido perdiendo, como era de esperar. La fórmula Campos tuvo su momento y parece que sus diferentes reediciones ya no alcanzan el tirón de entonces. La mañana sigue siendo un horario maltratado en el que, con mucha frecuencia, se dan cita la pereza imaginativa con el insulto a la audiencia. Se apuesta por hacer programas para jubilados sin pretensiones y lo que están consiguiendo es, afortunadamente, mandarlos a hacer otras actividades más constructivas que recordarles sus problemas de salud y los chismorreos. Las reinas de la mañana están trabajando a conciencia en la bonita tarea de que sus súbditos consigan la república pero fuera de casa.

Quiero ser artista

El casting de la nueva edición de Factor X en Cuatro lleva pintas de durar más que el mismo concurso. Para empezar, y como no podía ser de otra manera, ayer el que se vendió fue el jurado. Aquel trío formado por Jorge Flo, Eva Perales y Miki Puig que fue cobrando protagonismo hasta el punto de que cualquiera de ellos se merecía más el premio que la ganadora, una tal María, de la que hoy nadie se acuerda. Y eso a pesar de que, según decían, le había correspondido una carrera musical. Recibir una carrera musical como premio tiene que ser la bomba. Vamos que ni sacar las oposiciones, ni que te toque la bonoloto. Porque ¿qué mejor oficio para esta vida tan corta que el de ser cantante sin la presión de tener que vender discos? Claro que lo mejor de la presentación del concurso fue la frase que repitieron los tres miembros de jurado: «Yo no me presentaría a este concurso» coincidían. Pues más vale, porque seguro que lo ganan y ya me dirán qué hacer toda la vida con esos talentos musicales. Claro que esto de ver la evolución de los cantantes da mucho juego: los de Canal Sur también preparan su segunda edición de su Operación Triunfo de la copla. Se ve que entre las frustraciones inconfesables de los espectadores está la de ser artista que cantaba Conchita Velasco, la actriz y cantante, que se lució en el regreso de Herederos recitando en tono dictatorial y amargado la frase del capítulo: » a esta familia no la separa ni Dios». Pero dejemos a los cantantes y hablemos de los videntes guionistas de Hospital, que para su primer capítulo habían escrito un accidente de aviación. Era tal el parecido con el de Barajas que han decidido no emitirlo. Ya ven, en TV hay gente que permite que la realidad les estropee un gran capítulo. Como dice el anuncio de los cuerdos de Radio La Colifata: el ser humano es extraordinario.