Joyas o anuncios

Están a punto de llegar esos anuncios, más que dulces, empalagosos, de la Navidad que tienen estilo y entidad propios. El resto del año los anuncios se constituyen en ocasiones en los mejores momentos de la televisión. Breves piezas de imágenes envolventes unas veces y rompedoras otras. Pequeños cortometrajes con mensajes comerciales y excepcionalmente con otros mensajes más universales que te transportan a reflexiones más profundas. Anuncios con eslóganes tan básicos como ¿te gusta conducir?, que se pasan sin saber nunca qué marca es la que hace el anuncio. Ahora el más cañero es el del Seat Ibiza y la canción de Shakira Catch the fever. En realidad, uno no sabe si el entusiasmo con el que cantan los personajes la canción se debe al coche o a la cantante. La fuerza expresiva de todos los que conducen el coche mientras cantan y se contonean hace de este anuncio una pieza positiva que da gusto ver. De alguna manera los espectadores nos identificamos con él, porque capta el momento indiscreto que se produce en el pequeño universo que cada uno tenemos en nuestro coche. Esa manera en la que vocalizan indicaría que quienes compran ese coche saben muchos idiomas; o dan el pego, que es lo que nos ocurre a la mayoría cuando tarareamos las canciones en inglés. Y es que los anuncios de televisión nos acompañan desde nuestra más tierna infancia y forman parte de nuestra culturilla como cualquier canción de temporada. Hay frases que forman parte de nuestra manera de ver la (chispa) vida; canciones como la del Colacao que a algunos, en fin, nos hacen coetáneos de la época colonial. Mientras algunos aprovechan los anuncios para cambiar de canal, a otros muchos nos da por seguir la tanda interminable de mensajes repetitivos para ver si descubrimos alguna pepita de oro que nos compense de tanta basurilla.

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Están a punto de llegar esos anuncios, más que dulces, empalagosos, de la Navidad que tienen estilo y entidad propios. El resto del año los anuncios se constituyen en ocasiones en los mejores momentos de la televisión. Breves piezas de imágenes envolventes unas veces y rompedoras otras. Pequeños cortometrajes con mensajes comerciales y excepcionalmente con otros mensajes más universales que te transportan a reflexiones más profundas. Anuncios con eslóganes tan básicos como ¿te gusta conducir?, que se pasan sin saber nunca qué marca es la que hace el anuncio. Ahora el más cañero es el del Seat Ibiza y la canción de Shakira Catch the fever. En realidad, uno no sabe si el entusiasmo con el que cantan los personajes la canción se debe al coche o a la cantante. La fuerza expresiva de todos los que conducen el coche mientras cantan y se contonean hace de este anuncio una pieza positiva que da gusto ver. De alguna manera los espectadores nos identificamos con él, porque capta el momento indiscreto que se produce en el pequeño universo que cada uno tenemos en nuestro coche. Esa manera en la que vocalizan indicaría que quienes compran ese coche saben muchos idiomas; o dan el pego, que es lo que nos ocurre a la mayoría cuando tarareamos las canciones en inglés. Y es que los anuncios de televisión nos acompañan desde nuestra más tierna infancia y forman parte de nuestra culturilla como cualquier canción de temporada. Hay frases que forman parte de nuestra manera de ver la (chispa) vida; canciones como la del Colacao que a algunos, en fin, nos hacen coetáneos de la época colonial. Mientras algunos aprovechan los anuncios para cambiar de canal, a otros muchos nos da por seguir la tanda interminable de mensajes repetitivos para ver si descubrimos alguna pepita de oro que nos compense de tanta basurilla.

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