El móvil te apunta

La emisión del vídeo del ahorcamiento de Sadam Husein es un acto criminal tan inadmisible como la misma pena de muerte. Vivimos en un mundo en el que un teléfono móvil se puede convertir en una amenaza para la libertad si no se utiliza con un mínimo de moralidad. Cada vecino se convierte en un reportero que puede grabar nuestras miserias y colgar las imágenes en Internet, hacer de nuestra intimidad algo público y convertir nuestra vida en un infierno. Hay que tener mucho cuidado con este tema y los informativos de televisión deberían mostrar mayor prudencia a la hora de utilizar estas imágenes realizadas por aficionados que, movidos por la notoriedad que creen pueden conseguir en televisión, efectúan grabaciones sin tener en cuenta que es muy posible que quien aparece en ellas no lo desee. Si convertimos a toda la población en periodista de los acontecimientos, corremos el riesgo de transformar el derecho a la información en un camino directo hacia una nueva fórmula de totalitarismo en la que los ciudadanos habremos perdido el derecho a la intimidad. Porque en cualquier acontecimiento o accidente, por muy pequeño que sea, habrá uno o varios teléfonos apuntándonos para llevar nuestra desdicha al mundo. Y puestos a pedir, no estaría de más un poco de sentido común en nuestras sufridas vidas de espectadores de televisión. Deberíamos aplicarnos el dicho de año nuevo vida nueva y cambiar drásticamente nuestra elección televisiva, con el fin de dotarla de un poco más de vida y menos vísceras. Aunque mucho me temo que el año nuevo, televisivamente, nos traerá más de lo mismo, y propongo que la revolución televisiva arranque del mando a distancia. Que el valor del cotilleo y las grabaciones furtivas entre en quiebra total. No hace falta esperar a mañana; comencemos hoy mismo.

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