Me bajo del Tour

La frase: Ni son todos los que están, ni están todos los que son, parece directamente indicada para el tema del doping en el ciclismo. Tras la Operación Puerto y todo ese escándalo no está claro el apoyo que va a recibir el Tour este año. Si la gente va a ocultar la carrera a los niños, si le van a poner un rombo o si el público en las carreteras se va a dar la espalda para no apoyar un deporte practicado por drogadictos. Tal avalancha de informaciones contradictorias sobre la trama está socavando su credibilidad. No queda claro si nos encontramos ante el escándalo más ruin del siglo o el difícil hachazo que hubo que dar para salvar el resto del cuerpo. La realidad en este caso supera cualquier tipo de ficción que se quisiera realizar. Héroes caídos de pronto en desgracia, superclases que han acabado en muñecos rotos enganchados y enmarañados en las redes de las reglas del juego. Ahora los han apartado de un plumazo y uno cuando los ve marcharse no sabe muy bien si tomarlos como víctimas o verdugos de su propio destino. Estaban llamados a realizar grandes gestas y, en un abrir y cerrar de ojos, les dicen que no cuentan con ellos. Los abandonan en el arcén como a esos perros de los que la gente se deshace cuando les estorban en casa. Veo la cara de estos ciclistas y no es difícil ponerse en su lugar. De pronto el mundo se ha movido bajo sus pies. Las reglas de juego tramposas, esas que nunca debieron establecerse, cambian y se quedan fuera de juego. Esta primera criba que se ha realizado en el Tour de Francia emana hipocresía a raudales. Ya puestos, y como aquí nadie sabe del todo si son todos los que están o si están todos los que son, que alguien pare este Tour que empezó ayer. Si durante años los análisis no fueron capaces de encontrar nada, quién se cree ahora que sólo unos pocos son los culpables. Que lo paren en tv, que yo me bajo.

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