
¿Existe algo más sevillano que un sevillano
consciente de su sevillenez?
¿Existe algo más navarro que un navarro
consciente de su navarrismo?
¿Existe algo más consciente
de si mismo?
Sí.
Existe.
La Navidad.
¿Existe algo más sevillano que un sevillano
consciente de su sevillenez?
¿Existe algo más navarro que un navarro
consciente de su navarrismo?
¿Existe algo más consciente
de si mismo?
Sí.
Existe.
La Navidad.
Me llamo Mario y en mi pueblo me llaman Mario.
Poseo bienes de incalculable valor.
Siempre sueño con lo mismo.
Un árbol
que se derrumba
sobre una casa deshabitada.
Siempre me despierto gritando y llamando a Demetrio.
Soy muy sufridor, parezco católico sin serlo.
Siento asco por el género humano
y siento que se acerca reptando
la insoportable Navidad.
La huelo.
Tiene pinta de tener el pito largo y delgado.
Me imagino su culo flaco empujando,
tenso como una espátula.
Miras
un fantasma,
una mosca en la tele,
un gato negro en
el mueble.
Miras
un banco de niebla,
un ala de paloma muerta,
una nueva vida en
la cuneta.
Miras
una caca de perro,
un trozo de plástico helado,
un campo de trigo en
la maleta.
Miras,
miras y miras
y de repente se te mete
un planeta en
el ojo.
El humo de las chimeneas invade las calles.
Están cuajados de nieve los coches
y los tejados.
No puede ser más para nadie.
La luna está de lunes.
Brilla mi paseo diario.
A ver qué noche hace.
Era
un bonito
día de lluvia.
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Y mi madre cantaba,
y cuando se quedaba sin aire
seguía cantando.
Y yo miraba una mancha en la pared.
Cerámica
de alta calidad.
El chocolate sabe a sal.
Se derrumba el mundo entero.
Se derrumba el mundo y yo con ellos.
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Y mi madre cantaba, y cuando se quedaba
sin aire seguía cantando.
Y yo miraba una
mancha en la
pared.
Cuando miraba la nieve desde mi ventana
me sentía dentro de un ascensor
subiendo al cielo.
Era mi proceso invernal del sueño.
Era mi vida teniéndome tan zulez, tan a la deriva…
Cuando bajaba la persiana empezaba la fantasía.
Las cajas de cartón eran casas con puertas y ventanas.
Tenían hasta chimenea mis casas, y los pijamas…
Los pijamas eran mangas largas estiradas.
Cuando somos pequeños y cuando somos mayores
cometemos los mismos errores, nada cambia.
Lo bueno y lo malo permanece y resbala
por el pasillo en calcetines.
El cielo es de plástico, blanco, de alta calidad.
La nieve flota en la ventana oscura.
La noche se oculta detrás
de la persiana.
La noche y Férula se abrazan.
No me soporta un pelo de la cabeza.
Finge, se hace notar, no me deja dormir.
Férula es dueña de cada pelo de mi cuerpo.
Rechino los dientes, camino y acabo en la tumba.
Es de barro, no tiene un tamaño concreto.
Tengo paralizados los brazos.
Férula se marcha.
Llovizna moja mi rostro.
Echaba de menos a Llovizna.
Si Dios quiere.
Dios no lo quiera.
Pero qué nocivo resulta pensar,
que algo ocurrirá, si Dios
quiere, o no lo
quiere.
Eres un
pájaro valiente.
Tu castillo es de oro puro.
Son tus manos una pareja
mirando los muebles
de una cocina
de cristal.
Se te desfigura la cara
cuando te dicen
tu reflejo
esos
muebles.