ACTOS PRETÉRITOS

Le has dado una patada
a la basura para comprobar
si contiene algo de valor.

Pero no es basura.
Pero es una persona como tú.

Pero es un viejo a lo lejos
cerca de la carretera
que se zafa poco a poco
de una mierda de perro
pegada en la suela
de su zapato derecho.

Y tu eres un niñato con coche nuevo.
Un enano mental con piernas de oro.

Y tienes que respetar a esa persona
que ha vivido como ha querido
sin pensar demasiado en
las consecuencias
de sus actos.

UN SUSURRO

Ha
llegado
sin avisar y no
se piensa marchar.

Espera en tu pasillo, cerca del baño,
cogido
de la mano de
un medallista olímpico.

No te atreves a salir de tu cuarto ni para mear.

En tu espalda,
una mosca que no puedes matar con tu matamoscas.
En tu cama, un desconocido duerme
profundamente.

Se oye un susurro a través de la puerta:

La todopoderosa Noruega.
Hay que intentar
evitar
a Noruega.

NO SE GUISA

Voy a pasear en soledad por
mi antiguo barrio, quiero
hablar con los
edificios.

Quiero
recorrer los lugares
que me pertenecen por nostalgia.

Las luces cálidas de los salones sin cortinas
se han convertido en bombillas
ecológicas blancas.

La cebolla de guisar no se guisa.

No se guisa
la zanahoria ni tampoco la patata.
En estas casas no se
cocina.

NECESITO NO ESTAR

Necesito no estar.

En Pamplona,
un viejo feo de Tudela
roba un tomate feo de Tudela
en un Covirán.

Necesito no estar.

En mi casa, un economista Premio Nobel de La Paz
me quema el culo con una vela.

Necesito no estar.

En la playa, una niña gorda tostada por el sol,
una niña que parece una bola de barro,
hace la croqueta en la arena y
luego llora exigiendo un
helado.

Necesito no estar.

En mis sueños conduzco todo el rato,
y me choco todo el rato contra
la misma pared.

Hoy suenan las campanas de todas las iglesias.
Hoy suenan todas las campanas.
Y tú me preguntas si
soy feliz.