LIMPIANDO EL SUELO

Una bolsa de basura se mira en el espejo,
se siente tan obtusa,
tan llena de nada,

mientras,

los patos se pelean en la orilla del río,
se pelean por cada trozo de
tierra que consideran

les pertenece.

A veces la vida es como una
mismísima patada en

el trasero,

a veces la vida es un bote de aceite
usado que se derrama en el
suelo de la cocina en

forma de charco,

un charco viscoso que pisas
y te hace resbalar

de cabeza.

COMO PARA DEJARSE ARRASTRAR

Cuando ya no me sirva para nada
la cafetera, si no es mucha
molestia, me gustaría
ver esparcidas mis
cenizas fuera de
los muros del
cementerio

de mi pueblo.

Esparcidas en ese jodido hueco que
teníamos reservado para

nuestro perro.

Seguro que los atardeceres desde allí son preciosos,
y el sonido de los coches, y el viento del valle
muy suave, como para dejarse

arrastrar.

PELANDO NARANJAS

Sigue la pista que
indica ese chorbo de pelo largo,
tiene pintura en los brazos, tiene costo

en un chivato.

Mira en el cielo, un punki espitoso toca
el yembé cerca de una nube,
cerca de una pluma

de pájaro.

Lo mejor y más ligero en una maleta
de ruedas, me despido con los
ojos cerrados y pelando

naranjas.

FLEXO Y ARMARIO

Cuando lanzo una botella contra el cubo siempre miro el cubo,
y ya sé que no tengo que mirar el cubo, pero lo hago,

no lo puedo evitar.

Quiero un cristal en el ojo, un diminuto cristal en el ojo,
quiero tener la libertad de desear lo que
me apetezca y no lo que se supone

que tengo que desear.

Esta misiva no es mía, es de tito Fíodor,
una misiva que impregna mi cerebro
desde que la entendí a golpe

de flexo y armario.