Te fuiste
a forrar de moqueta
el suelo de la calle y nunca volviste.
Mañana es el día de las cadenas,
mañana es domingo y el sol
difumina tu rostro en
mi ventana.
Me gustaba tu compañía, tu abrazo
articulado me perdona
la vida.
Te fuiste
a forrar de moqueta
el suelo de la calle y nunca volviste.
Mañana es el día de las cadenas,
mañana es domingo y el sol
difumina tu rostro en
mi ventana.
Me gustaba tu compañía, tu abrazo
articulado me perdona
la vida.
Hoy no,
mi traslado es mañana.
No me dejan ni pelar una pera,
de todas formas no tengo
ni cuchillo, ni pera,
ni papelera.
Todo lo que tengo
está delante de tus narices.
Si quieres entretenerte
un rato mira cómo bailo desnudo,
mira cómo se balancea mi blando gusanito.
Si quiero puedo salir volando.
Dejamos cojo un tresillo.
Nos cargamos un sofá de tres plazas
con nuestros juegos y
patadas.
Dejamos coja una vajilla.
Nos cargamos siete platos hondos
y cuatro vasos de
café.
Observa el dibujo,
obsérvalo detenidamente.
¿Qué ves?
Yo veo una jirafa mirándose al espejo,
¿tú qué ves?
¿Dos jirafas?
¿En serio?
Estás como una cabra,
¿lo sabías?
¿Cómo puedes ver dos jirafas?
¡Estás como una puta cabra!
Háztelo mirar.
La Fundación de las Fundas
está en El Clot,
y hace sol,
pero La Casa de las Carcasas
me pilla más cerca, pero
caminaré hasta
El Clot.
Si piso un clavo clavado en una tabla
y se clava el clavo en mi zapato
me cabreo pero no lloro.
Así funciona,
llorar no sirve de nada
si has dejado de mamar de la
teta de tu mamá.
No quiero sobrevivir, quiero vivir.
No quiero supervivencia, quiero vivencia.
¡Hiatus!
Me atosiga un pacón de pelo largo,
quiere que me queje de todo,
pero es que a mí me da
igual casi todo.
Si piso un clavo clavado en una tabla
y se clava el clavo en mi zapato
me cabreo pero no lloro.
Mi vida es un derroche
y mi ropa de cama es rosa,
se acerca el fin del mundo, si no me hacéis caso
explosiones a mansalva, fuego en las calles,
mobiliario urbano en
llamas.
Odio esos bancos modelo Europa,
odio esos bancos antimendigos
con tres apoyabrazos.
Exijo bancos que
midan por lo menos la medida
de un ser humano tumbado, si no me hacéis caso
explosiones a mansalva, fuego en las calles,
mobiliario urbano en
llamas.
Piezas de plástico que
caen al suelo y desaparecen,
amigos que no son amigos, no son
tan importantes.
Sólo trasciende lo inmaterial, tu teatro,
tus gestos dormidos, el brillo de
tu pelo sin brillantina.
Has quemado un montón de ramas y entra el humo
en tus ojos blancos, ahora
rojos.
Dime algo, dime que no has encontrado esa pieza
debajo del mueble, dime que no estaba
llena de polvo.
No importa nada esa pieza,
sólo importa el tiempo,
sólo trasciende lo
inmaterial.
Siempre rozo
una planta seca con el hombro,
me trastorna la prisa por llegar a ninguna parte,
me atosigo si cambio de rumbo, me pongo contento
si nada soy en tu mundo.
No brillan tanto los cristales de mis ojos,
me asusto igual que tú, tengo tus
mismos pies, no me gusta
caminar descalzo.
Pero tengo una cualidad,
una cualidad que no
es un defecto.
Pienso despacio.
Tú y yo tenemos doce años
y bebemos vino
quinado.
¡Qué rica la quina!
Es medicina y es golosina.
Tú yo tenemos doce años
y bebemos vino
quinado.
¡Qué rica compañía!
Eres guapa y divertida.