Me llamo Mario y en mi pueblo me llaman Mario.
Poseo bienes de incalculable valor.
Siempre sueño con lo mismo.
Un árbol
que se derrumba
sobre una casa deshabitada.
Siempre me despierto gritando y llamando a Demetrio.
Soy muy sufridor, parezco católico sin serlo.
Siento asco por el género humano
y siento que se acerca reptando
la insoportable Navidad.
La huelo.