Tu vida puede ser una bolsa de plástico en la nevera.
Tu vida puede ser un jarrón decorativo chino.
Tu vida puede ser una gallina corriendo
delante de un coche.
Tu vida puede ser, pero la mía siempre será
cuando robé a mi madre unas monedas
y escondido entre la caseta de hierro
y la pared de cemento,
en ese hueco,
en ese pasillo lleno
de botellas de cerveza rotas,
empecé a contar
mi dinero.