En la mesa:
Mi
padre me aleja
la botella de vino de mesa
en la mesa.
En mi plato:
Hay
un pelo
de cabeza en mi
plato.
En la tele:
Un clavecinista que se llama
Francis
y es francés.
En la mesa:
Mi
padre me aleja
la botella de vino de mesa
en la mesa.
En mi plato:
Hay
un pelo
de cabeza en mi
plato.
En la tele:
Un clavecinista que se llama
Francis
y es francés.
Dos moscas
caminando por un espejo
se sienten cuatro
moscas.
Son
sólo dos moscas
pero la ilusión se basa
en eso.
¿No?
Me pone enferma
nuestro querer tener la razón
en todo.
¡Cuatro moscas caminando por un espejo!
Eso es lo que son y no me intentes
convencer de lo contrario.
Eso me dijo ella.
Le brillaban los ojos al volante.
Hablaba mientras conducía
y me contaba eso de
las moscas.
Ya no sé qué sueño.
Ya no sé qué vivo en realidad.
Es oblicua.
Es como una escalera.
Una escalera no sube ni baja.
Quien sube y baja somos nosotros.
Bebo cuando tengo sed,
y creo que odio las
vacaciones de
los demás.
¿Qué pasa si pasa?
Lo
que ahora
es sólo tiempo de Agosto
antes era verano
infinito.
Ya no volverán esos días eternos
de veinticuatro horas
eternas.
Bebía cuando tenía sed,
y tus vacaciones eran
de
verdad.
La mentira
está dicha y aceptada.
Los gorriones buscan insectos
entre las telas de
araña.
El deprimido
duerme en cuanto puede,
a la primera de
cambio.
Esto es así.
Déjalo estar.
Voy al supermercado a ver qué pasa,
ya quencasa no pasa nada.
Bueno, algo pasa.
La ropa interior de mi hermano se seca en el tendedero.
No me importa si rima o no rima.
Tengo que descansar lo vivido.
Voy al supermercado a ver qué pasa.
Una mosca baja conmigo
las
escaleras.
Tumbado en la cama,
medio dormido,
con las manos apretadas,
hechas un puño,
debajo de la almohada.
A veces me preocupa
un
poco
qué decir,
el qué dirán,
cómo reaccionar.
Luego me relaja pensar
que nunca
me ha preocupado demasiado
qué decir,
el qué dirán,
cómo reaccionar,
y mira lo bien que me
va.
Tumbado en la cama,
medio dormido,
con las manos apretadas,
hechas un puño,
debajo de la almohada.
Tengo
que hacer más
de lo que sé hacer bien.
Por eso no sé qué tengo que hacer.
No sé qué sé hacer bien.
¿Lo sabes tú?
Le has dado una patada
a la basura para comprobar
si contiene algo de valor.
Pero no es basura.
Pero es una persona como tú.
Pero es un viejo a lo lejos
cerca de la carretera
que se zafa poco a poco
de una mierda de perro
pegada en la suela
de su zapato derecho.
Y tu eres un niñato con coche nuevo.
Un enano mental con piernas de oro.
Y tienes que respetar a esa persona
que ha vivido como ha querido
sin pensar demasiado en
las consecuencias
de sus actos.
Siempre me cebo con el mismo rosal.
Siempre con la misma silla
de plástico.
Nadie me gana dando patadas
al
balón.
Antes no.
Antes le tenía miedo al balón,
y al rosal, y a la silla de
plástico.