Encontré una seta
venenosa en un bosque y me la zampé.
Y cuando me desplomé intoxicado entre los árboles,
a excepción de unos pocos pájaros,
no había allí nadie para verlo
y llevarme a un hospital.
Te lo cuento muerto y flotando en el espacio.
Porque como tú y yo sabemos, cuando nos morimos,
todos acabamos flotando
en el espacio.
No es tan malo flotar.
Lo verdaderamente infernal es acabar flotando
lejos de las personas que quisimos en vida,
por toda la eternidad.