Me da pena
esa paloma cu-culina
que canta en la
plaza.
Se ha quedado solita.
Desde que se despierta
hasta que se acuesta
emitiendo
su
cucu-lí-lí-cu-lí-lí.
Cambia de lugar en las alturas,
prueba en otros tejados,
en otros balcones,
pero nada.
No aparece paloma coja en el horizonte.
Emite su cucu-lí-lí-cu-lí-lí
y su
cucu-lí-lí-cu-lí-lí
se lo lleva el viento.
La primavera toca su fin.
Se puede sentir el calor del verano.
Por eso cu-culina decide plantarse
en el suelo y servir de
almuerzo a los
gatos.
¡Ciao cu-culina!
Mañana sólo cantará
el gallo.