SU CONVERSACIÓN

Su conversación era
más aburrida que
un martillo

rompe cristales.

Se conocieron en el Complejo Pirenaico,
se compraron ropa de marca,
se calzaron gorros de lana,
se abrigaron y

hablaron.

Y hablaron, uno
de los padres del otro,
el otro de sus padres y el resto

de las cañas que costaban cinco euros.

Hacía frío, hacía mucho frío y los chicos
se divertían en el Complejo Pirenaico,
y hablaban, uno de los padres del
otro, el otro de sus padres y el
resto de las cañas que no
estaban tiradas con

amor.