Un viejo maldijo su suerte con todas sus fuerzas
a través de la ventana de un geriátrico cualquiera
recordando un amor que dejó escapar
que aquella chica no era su amada
Todos los días asomaba su arrugada cara por la misma ventana
y con los brazos apoyados en el marco de madera
gritaba su nombre a través del valle
Eran las nubes y el viento de las montañas
las cosas que le recordaban continuamente
la imagen de su joven venerada
Qué bello era él entonces y qué tontos sus ojos
que no supieron apreciar la verdadera belleza
Maldito viejo solitario y qué pardillo
cuando de repente se precipitó al vacío
y cayó entre unos densos arbustos