HUBO pelea en casa entre quienes apostaban por ver la llegada del año en ETB y quienes no podían pasar de año si no lo hacían viendo los péndulos de la plaza del Sol de Madrid. Al final, todo un desastre. Entre los chistes al estilo Vaya semanita, el comecocos tragándose las uvas y la publicidad de la tarjeta de crédito, uno no estaba seguro de estar siendo testigo de un anuncio de pega más que del momento mágico televisivo. Pero esto ya no tiene vuelta de hoja. El mensaje no puede ser más contradictorio. 2009, año de crisis, hay que pasarlo a base de tirar de tarjeta. La que ha entrado en crisis definitiva ha sido la serie El comisario, que se despidió de Telecinco después de 10 años. Que una serie se mantenga una década en la televisión actual es una suerte de milagro. Claro que en este caso la suerte y el milagro están basados en un grupo de buenos actores a los que durante todo este tiempo les han puesto excelentes guiones y tramas con los que entretener al número suficiente de incondicionales.
El que esperemos que no se vaya en mucho tiempo es Jon Sistiaga, el periodista que vio cómo los militares norteamericanos asesinaron a sangre fría al cámara José Couto. Ahora utiliza su experiencia en el filo de la navaja. Su último trabajo apareció el pasado viernes en Cuatro con el estremecedor título de Narcoméxico: alfombra roja para los muertos. Ejemplo de cómo en muchas sociedades la realidad supera sin proponérselo a la ficción. Y la realidad retrata esa sociedad mexicana que vive al margen de cualquier ley. Bandas que convierten la convivencia en una pesadilla. Guerra de guerrillas de una sociedad injusta al margen de cualquier relación con la justicia. Si en la televisión de 2009 las tarjetas de crédito se han adueñado de la tele, en México el narcotráfico aspira a sobrevivir matando.