El peor programa

La propuesta de El homiguero se agradece. Por fin, alguien se da cuenta de que, a esas horas, uno puede hacer el loco y divertir mientras otros pasan el cerebro del personal por esa túrmix de sucesos macabros a los que han quedado reducidos los telediarios. En El hormiguero, que comienza en plan suave, saben que no todo vale y avisan a niños y padres de que pasadas las 10 ellos no se responsabilizan por subir un poco el tono de los chistes y de las entrevistas. También comienzan a partir de esa hora las bromas de Culo o codo y toda esa sección donde el personaje del profesor Flipy provoca o falla todo tipo de explosiones y reacciones químicas. El programa, desde luego, se ha convertido en una referencia importante y por allí pasa todo quien quiere promocionar algo de lo que hace, como hiciera el actor Pepe Viyuela que fue a hablar del estreno de su obra de teatro. La propuesta humorística y divulgativa de El hormiguero es competencia directa del humor ácido de El intermedio, donde el Gran Wyoming se desgañita a diario con ese estilo tan particular con el que repasa la tele y el mundo. Y es que esta especialización en ver las taras de los demás y subrayarlas a través del zapping digo yo que no durará eternamente. Que llegará el día en el que prohíban retomar el trabajo de los demás con fines malévolos. ¿Se imaginan que en el resto de las actividades se hiciera lo mismo? ¿Que los de la Coca-Cola, por poner un ejemplo a mala leche, sacaran anuncios metiéndose con el color del tapón de la Pepsi? Pero hay algo en Wyoming que hace que se lo perdonemos todo, incluso que después de veinte años siga haciendo el mismo Peor programa del día y que le sigan pagando por ello. En la tele están los clásicos y luego el eterno Wyoming, que sigue siendo grande aunque se repita a diario.

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