Pon otra sonrisa

Afirma Rodríguez Zapatero que todo está permitido si se dice con una sonrisa. Ése es más o menos el eslogan de la próxima campaña del PSOE y resulta que coincide con una de las verdades asumidas por los que hacen televisión. La sonrisa es el escudo de los presentadores para camuflar su estado de ánimo. La sonrisa también es la respuesta de los entrevistados que quieren convencer y también de los que acaban de recibir una pregunta como un puñetazo. La rueda de prensa de Hamilton y Alonso previa a los entrenamientos se resolvió, cómo no, entre sonrisas aunque el mundo, al otro lado de la pantalla, era consciente de que eran falsas. Tan falsas como suelen ser estas competiciones de motor donde venden tecnología punta y luego acaban bajándose del coche para empujar y meterlo de nuevo en el circuito. Todavía resuenan en la memoria colectiva aquellos gritos desesperados que le profería a Sainz «arráncalo Carlos, por Dios, arráncalo» su copiloto, Luis Moya, cuando misteriosamente su coche se paró a cien metros de la llegada. Y es que una cosa es el deporte y otra echar carreras con bólidos capaces de consumir un depósito de un acelerón. Lo que queda claro es que la resolución en horario vespertino del mundial de Fórmula 1 va a poner en jaque a todas las cadenas, incluidas las que basan todo su negocio en vender fútbol los domingos por la tarde. Estamos a una carrera de las sonrisas y también de las lágrimas y eso, televisivamente hablando, es oro molido. Vamos, que no tiene rival en la programación que pueda hacerle sombra. Asistiremos a uno de esos picos de audiencia del año con el que todas las cadenas sueñan. ¿Se imaginan a los Telecinco si a eso de las seis de la tarde se les estropea la señal por satélite del premio de Brasil? Ojo con los mosqueos que yo, como Zapatero, la pregunta la hago con la mejor de mis sonrisas.

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