Roto o descosido

ESTOY convencido de que «de mayor yo quiero ser concursante» supera con creces la respuesta que hoy daría los niños por encima de bombero, médico, etcétera. Esta eclosión de gente que ve en el concurso televisivo una salida profesional acabará, si es que no la hay, con academias y escuelas de los concursantes que alcanzaron tanta fama, en su momento, que pueden convertirse en profesores de los miles de aspirantes. Si quieres triunfar en Gran Hermano, matricúlate en la academia de Kiko. Seguramente todo el conocimiento y las materias se puedan resumir en un libro tipo Cien consejos para atrapar al espectador o Cómo poner de tu parte a la peña que manda sms . Es tal el prestigio mediático que reciben estos concursantes, incluso mucho después de haber aparecido, que en Cuatro han pensado que sería bueno juntar a todos esos ganadores de concursos. Así lo presentaba Boris Izaguirre, que ahora ha pasado de poner toda la carne en el asador de Crónicas Marcianas a esa jubilación vespertina, aburrida y placentera que parece vivir junto con Ana García Siñeriz y el otro colaborador de Sardá llamado Juan Carlos Ortega. No recuerdo el nombre del programa y permítanme que no utilice más tiempo en comentarlo. Hacer un programa con los retales del pasado es una tentación que acostumbra a salir mal. Conociendo cómo se las gastan alguno de estos ex concursantes, tendremos algún escándalo que les asegure el regreso a los platós. Y para finalizar con otro concurso, la segunda aparición del presentador de informativos Jesús Álvarez en Miraquiénbaila no deja de llamarme la atención. Cuando aparezca de nuevo informando tendremos la impresión de que se va a subir encima de la mesa a claquear en plan Fred Astaire. Se ve que a algunos en vez de jubilarlos los reciclan. Lo mismo tapan un roto que un descosido.

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