
No valgo para las relaciones interpersonales.
Me apoyo en mis supuestos amigos.
Persigo a un pájaro muerto.
Consigo alcanzarme.
Me degrado en una cuneta.
Descanso en paz junto a mis restos.
Quiero que vengan a rezarme
cuatro.

No valgo para las relaciones interpersonales.
Me apoyo en mis supuestos amigos.
Persigo a un pájaro muerto.
Consigo alcanzarme.
Me degrado en una cuneta.
Descanso en paz junto a mis restos.
Quiero que vengan a rezarme
cuatro.

Hola,
me llamo José María pero
me puedes llamar José Alfonso.
Soy medievalista, soy una columna seca.
Todas las noches me tumbo en el suelo del baño.
En diagonal.
Mi novia, mi profesor de autoescuela,
mis padres, todos me han dicho
que no lo haga, que lo deje
de hacer.
En diagonal.
Pero es que vivir en el planeta tierra me produce mareos.
Pero es que no soporto a esos gordos albinos
en coches pequeños.
Insulto a una rata.
Insulto a una cucaracha.
Insulto al mundo que me tumba.

Nuevo iPhone
doce.

Tú, que sabes que viva,
se sombra mejor.
¡Oh sombra!
¡Imploro que te detengas!
Tú y yo.
Tú y yo en un claro del bosque.
¡Y qué si miramos la vida desde abajo!
Me gusta que me sigas, que me superes.
Me gusta que de repente
desaparezcas.
Tú, que sabes que viva,
se sombra mejor.
¡Oh sombra!
¡Imploro que te detengas!

Rezo
mis oraciones
en una iglesia llena de grafitis.
No hay cura desnudo con gafas de sol
en el centro, no hay cura
en el altar.
Sólo una vieja nevera conectada
que zumba y amenaza
con explotar.
En una esquina supina, una cucaracha
también reza sus oraciones.

Me tumbo
sobre la hierba mojada.
Sobre mi tripita, una mantita.
Sobre la mantita, una gatita negra
y blanca.
El cielo es un techo de gotelé.
Las nubes no son nubes.
Las nubes son figuras geométricas
de colores
pastel.
Y la vida que vivo…
un marco de plástico rojo.

Siempre chirría
la misma puerta en la misma plaza.
Siempre ladra el mismo perro.
Siempre pasa lo mismo
cerca de casa.
Se multiplican los toldos,
puedo ver los cercos,
los pliegues sin
planchar,
el paso del tiempo.
Mejor me pierdo en La Dèfense.
Mejor me pierdo entre esos
bâtiments francophones.
Necesito ficha técnica y permiso de circulación.
Necesito que me acompañen tres tunantes.
Dos polacos y un francés.
El polaco alto es guapo pero le falla la bouche.
Siempre chirría la misma puerta
en la misma plaza.
Siempre ladra el mismo perro.

Una mosca
se agita en no sé qué
recoveco de mi habitación.
Bate sus alas y emite su típico
zumbido de mosca.
Bzzzzzzz.
Ahora se choca
en parábolas contra
el techo intentando llegar
a no se sabe muy bien dónde.

Me
gustaría no
tener nada que perder.
Madre, me pica el pie.
Madre, déjate
la piel.
Puedo imaginar
mi vida contigo en otra dimensión.
Yo seré tus amigas, yo te ayudaré a barrer
esa capilla del siglo dieciséis.
En esa capilla te casarás de nuevo,
y de nuevo seré tu hijo,
y de nuevo recibiré tu mismo
amor sin condición.
Me gustaría no tener nada que perder.
Madre, me pica el pie.
Madre, déjate
la piel.

Ese de gafas
que parece poeta sin serlo
pisa con fuerza
tres pipas de girasol
y se cree poeta.
Ese de gafas
que parece poeta sin serlo
abandona un papel doblado
en el suelo
y se cree poeta.
Ese de gafas
que parece poeta sin serlo
se cruza conmigo
y piensa.
Y se cree poeta.