
Soy una cara más.
Soy una cara pegada a una ventana más.
Soy una sombra solitaria dentro de una casa vacía.
No conozco una cara más de aquí que la mía.
Como la coliflor de aquí.
Vivo pegado a una ventana.
Vivo siendo sombra.
No me gusta la
poesía.
Se actualizan las aplicaciones de mi teléfono móvil.
Se actualizan ellas solas,
yo no.
Vivo en mi coche aparcado en el párking de un Lidl.
Desde allí veo la vida pasar.
Veo pasar a un viejo todo cubierto.
Veo pasar a un viejo con chubasquero.
Veo pasar a una familia de tontos con una silla de plástico
en el maletero.
No hay ángulos muertos.
Esa telaraña mental que me hace ser
un poco más desgraciado
tampoco existe.
El paracaidista de juguete se ha enganchado en el árbol.
A lo lejos un pervertido me saca la lengua
y se la menea.
Parece decir:
Soy feliz a mi manera.
Soy feliz a mi manera.
Venimos de cenar
bocadillo de lomo con pimientos.
Y los dos tenemos bocadillo de lomo con pimientos
entre los dientes.
Y los dos tenemos un proyecto muy bonito.
Inaman, el superhéroe navarrico,
se pasa las tardes enteras
jugando al videojuego
del encierro.
Si es que es muy divertido – dice.
Cuando juego al encierro se me pasa el tiempo volando.
Y así pasamos nosotros, como el tiempo, volando
Volando y robando tapacubos en el extrarradio.
Tenemos mucha fijación en nosotros mismos.
A veces somos dos paredes enfrentadas.
Del cerebro no sabemos nada.
Como dijo Ezra Pound:
Si este pasaje parece oscuro
al hombre de letras corriente, lo siento,
pero no puede entenderse la historia en veinte días.
La
flauta
travesera goza
de buena saluzzzz.
Soy capaz de viajar miles de kilómetros
para tirar un papel cualquiera en
una papelera concreta.
Así soy yo.
Camino gordo y con los brazos abiertos.
Reivindico como Txema, un entierro cristiano
para cada paloma
muerta.
Así me concibo.
Así concibo la realidad.
Porque la realidad no es un
bolsillo.
La realidad es un
bolsilallo.
Puedo escribir lo que quiera.
Libre aquí de poner
y quitar.
En mi mundo puedo inventar
que me ha pasado algo divertido,
puedo contarte la historia del tenedor
torcido.
Pienso
en melocotones.
Pienso en Gloria Fuertes.
Pienso en mí cuando vayas a podar.
Cuando vayas a podar me dices
y ya pienso en mí.
Luego seré libre aquí.
De nuevo
libre.
Libre aquí
de poner y quitar.
Libre aquí de inventar.
Te observo junto a una ventana.
Busca un brillito.
Busca un brillito en cualquier fachada.
Mi cara es la cara de un payaso de cejas pintadas.
Mis ojos los ojos de un pescado mojado.
Como yo, resbaladiza vuela, sigue volando.
Echo de menos estar contigo en mi cuarto.
Ven a mi casa, entra por mi ventana y explótame un grano.
Hay una caseta para pájaros cerca de SAGRARIOENEA
que pintada de verde y colgada de un árbol
te alquila una cama si la necesitas.
Hay un pájaro adicto al helado
que por un módico precio
te alquila su cuarto.
Está llena
de plumas su cama.
Tiene colgadas de la las paredes fotos
de palomas en bolas.
Pero no te preocupes.
El pájaro adicto se quedará
dormido en el suelo de la cocina.
No entrará en tu cuarto para casi nada.
Se tumbará
cerca de la nevera,
cerca de su tarro de helado.
De vez en cuando saldrá a por más helado.
Te despertará todo el rato para pedirte las llaves.
Sólo hay un juego de llaves.
Esta es la única pega.
de dormir en su
caseta.