LA MENTE DE UN ADICTO

Lo que más le importaba en el mundo
era una bombilla encendida.
Todo lo eclipsaba esa
bombilla.

Un saludo,
una disculpa por llegar tarde,
una conversación acerca del tiempo…

Nada importaba si una bombilla había estado encendida cuando no debía.
Eclipsaba su mente el hecho de que aquello había ocurrido.
Y para él, ese hecho concreto, era lo más importante
en ese momento.

La obsesión en detrimento de lo cordial.
Y todo propiciado por el ahorro.

UN CONFLICTO DE NO SÉ QUÉ TIPO

Cuando
por fin maté
la mosca que hacía
más de media hora me
había estado molestando,
me senté y respiré tranquilo.

Y seguí haciendo lo que
me ocupaba en ese
momento.

Pues resulta que la mosca seguía revoloteando y molestando.
Pues resulta que no había sido una sola mosca todo el rato.

¡Habían sido dos!

Ahora que te lo cuento me
invade un conflicto
de no sé qué
tipo.

COMO EL CASTILLO DE TIEBAS

Eres
muy yo
en ese aspecto.

Maduro y gracioso.
Un caballo desbocado a la fuga.
Bastante friolero cuando tienes que serlo.
Un sinvergüenza con mucha sinvergüencería.

Eres muy yo cuando miro al ser humano.

Ves brazos y manos.
Ves rostros plagados de ojos y bocas.
Ves culos feos y culos bonitos.
Culos grandes y culos
castillo.

Todos los culos son culos y todos los rostros
se parecen, y un buen día
desaparecen.

Algunos se mantienen.
Como el castillo
de Tiebas.

LO QUESCRIBO

Le mandé un poema a un amigo:

El viento me acariciaba la cara. Me hacía cosquillas la lluvia en las orejas. Caminé y caminé, y llegué a un descampado. Me tumbé cerca de un charco y fundido en el barro me sentí la persona más dichosa del planeta tierra.

Y mi amigo contestó:

Eso es lo que yo vengo haciendo siempre. Gracias.

Y entonces me di cuenta de que lo quescribía
no hablaba tanto de mí como
de los demás.

Ayúdame
con la mudanza.
Ayúdame a trasladarme.
Ayúdame a trasladarme a no sé dónde.

Me dijo mi amigo. Y se largó con los brazos colgando.