
Noto la resaca en la piel.
Me
bebo
tres jarras
de cerveza con limón y vomito.
La madrugada me corta las alas.
Me destierra mi hermana.

No volváis a confiar en mí
ni a darme una llave
de nada.
Un montón de monos han entrado por la ventana.
No volváis
a confiar en mí
ni a darme una llave de nada.
Esperad
a que mueran los monos.
Entonces empezaré a vivir desde cero.
Un sentido de mi vida habrá muerto con ellos.
Y seré de nuevo esa persona
de la que no se puede
confiar
ni dar una llave de
nada.

Pegarle una torta
a un niño que va de la mano de su padre.
Decirle payaso a un cachas.
Estirar de una pierna
a una señora sentada en su asiento
y que se pegue con la cabeza
en el suelo.
Lanzar improperios y martillos contra un abuelo.
Formas de ganarte una ostia del resto.
Formas de ganarte una ostia en el metro.

De ser un borracho empedernido.
De haber caminado flotando
tres centímetros por
encima del
suelo.
Y de haber hablado sin tú querer escucharme
por estar yo por encima del resto.
Contando batallitas como un viejo.
Rompiendo tu espacio vital.
Y yo sin sentir
nada…
Dentro de mi cabeza.
Siendo un pesado, un muro borracho.
De todo ello no me disculpo.