
Yo
escribo,
pinto, hago
lo que hago, no
para ser recordado,
sino para pasar el rato.
No soy influencer.
Soy influenciabler.
Soy
un riachuelo
que se deja arrastrar
por su propia corriente.
Voy y vengo
a
de
ese lugar
que es mi trabajo.
Como esquivando objetos en un videojuego,
esquivo personas mirando el móvil.
Me cruzo con los Hare Krishna de la rambla de Cataluña.
Sale una pompa de mi ojete.
Es un pedo pegado en la raja de mi culo.
Veo un anuncio a lo lejos:
NUEVO PAPEL HÚMEDO BIODESAGRADABLE Y CON PLÁSTICO.
IDEAL PARA IRRITAR OJETES Y CREAR ATASCOS EN LOS BAÑOS.
SÓLO POR 4,99 EUROS.
La vida
es demasiado corta
como para perder el tiempo
eligiendo una bebida
concreta.
Pide lo que sea.
Cerveza, vino, lo que sea.
Elige rápido y píllate una buena borrachera.
Y luego de resaca elige una buena película.
Hazlo rápido, con cabeza y recuerda.
La vida
es demasiado corta
como para ver una película
de Almodóvar
entera.
Mis
textos
no son poemas,
son breves aportaciones.
Son letras para unos, garabatos para otros.
Son imágenes de sexo explícito entre dinosaurios.
Así que no me pidas rimas.
Si quieres te preparo una pizza de costo.
Y luego ya verás qué risas.
Y luego ya verás qué rollo.
A lo lejos veo una pintada:
FREE PLASTILINA
¿Plastilina gratis?
Debo estar cerca de una guardería.
Me suena en el móvil el himno del Barça.
Yo soy vosotros si me lo dice un camarero.
No soy una farmacia, soy un herbolario.
Mis malos propósitos no se los cuento
a nadie.
No me fío de nadie.
Nadie es voluble.
Nadie es débil.
¿Que qué tal estoy hoy?
Pues hoy estoy más triste que un árbol de Navidad.
Y para colmo el marido de mi prima es médico.
Pero me daría pena morir, desaparecer,
porque me lo paso muy bien
viviendo.
(Así en general).
No me gustaría
dejar de divertirme
por toda la eternidad.