Siempre que pasaba cerca de su tienda
Todo era desconocido en su forma de andar
Una perfecta melena castaña
Unas mechas rubias casi blancas
que se balanceaban con el movimiento sagrado
El caso es que un buen día
me armé de valor y entré directamente a su tienda
Me acerqué hasta ella y le pregunté
si vendían gusanitos con sabor a menta
Que jamás habían vendido gusanitos
Yo le dije que todo era una broma
para poder hablar con ella
Me preguntó si me podía ayudar en algo más
Me lo preguntó tres veces mirándome directamente a los ojos
Ahora la que hacía las preguntas era ella