Esta mañana
he comprado en el chino
de la calle Amaya un palo de escoba
que no barría nada y más tarde he comprado
una camisa en Bartos que no me cabía,
pero era muy bonita, pero era
de Bartos.
Luego en un bar de La Estafeta
me han sacado un pincho de
toro muy caro que me ha
parecido una estafa
de estofado.
Finalmente, indignado he comprobado
que no vendían ni cerezas, ni peras,
ni fresas, ni campanas en el salón
de juegos Las Vegas a pesar de
anunciarlo en su puerta
claramente.