¿Que Dios me oiga?
Pues sí.
Dios me oye.
Siempre me hace caso
pero no siempre hace lo que yo le pido.
Son descabelladas mis plegarias.
Camino despistado.
Me saco un moco y lo pego
en un edificio de mi
barrio.
¿Que Dios me oiga?
Pues sí.
Dios me oye.
Siempre me hace caso
pero no siempre hace lo que yo le pido.
Son descabelladas mis plegarias.
Camino despistado.
Me saco un moco y lo pego
en un edificio de mi
barrio.
Estamos condenados a desatendernos.
Desoímos lo hablado por otros.
No escuchamos lo dicho
por nosotros.
Caminamos, con la diferencia sutil
de que un muro de piedra no puede caminar.
Pienso en mi culo
y cada minuto que paso
pensando en mi
culo
me parecen más aburridos
los culos del
resto.
A veces pienso en personas que no conozco.
A veces pienso en amigos que sé que
no me van a follar,
digo fallar.
A veces pienso en cortinas.
A veces pienso.
No me gustaría
clavarme una astilla
de madera
en
el dedo.
Toco madera
para que esto no ocurra
y entonces me clavo una astilla
de madera
en
el dedo.
No tengo miedo caminando de noche.
Me gusta el bosque y todo
lo que intuyo.
(Bañado de luz de luna y espejos).
Ojos rojos
en los huecos de los árboles.
Gusanos blancos en el suelo de barro.
Murciélagos en la cabeza y bichos verdes en los brazos.
Y por eso ahora tengo miedo, porque veo
cómo se cuela entre los arboles
un primer rayo de sol.
Como un bebé que llora cuando nace.
Empiezo a ver una salida
y el comienzo de un
nuevo amanecer.
Y no
me gusta lo que veo.
Y no me gusta lo que acontece.
Odio las cosas a la luz
del día.
Prefiero la noche.
Prefiero la oscuridad y la profundidad del bosque.
Cuando todo es un rompecabezas
y nada coincide siempre
apareces.
Vida, qué desinhibida eres.
Tú eres aunque no quiera mi única luz natural,
mi única responsabilidad.
Mi fuero interno está limpio de todo rastro, de todo estropajo.
Me limpio, me saco brillo, me rasco.
Todo con tu mano.