3,2,1 ACERO

Cuando vuelve a su
casa borracho, esa caja de
acero la golpea con un palo de madera,

la golpea con fuerza
hasta romper

el palo.

A siete kilómetros de distancia,
un pastor sentado en una piedra plana
escucha las campanas de una iglesia cercana,

sentado avanza con la mirada
entre las torres

de acero.

Publicado por

Txema Maraví Artieda

Soy de mi pueblo de toda la vida.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *