Fuga de patriotas

El Estado español está en fuga. Una especie de pérdida de identidad y de capacidad para hacerse con el control de lo que sucede dentro de sus fronteras se está apoderando del subconsciente colectivo. Corren malo tiempos para aquellos a los que se les llena la boca hablando de la fuerza nacional española y que glosan las gestas históricas imperiales. El recurso a culpar de todos los males patrios a las opiniones diversas que se emiten desde posiciones nacionalistas de catalanes, vascos o gallegos, ante una crisis galopante como la que vivimos, suena a poco. Por supuesto que todos nuestros males provienen de ese periodo de infausto recuerdo que significó la transición democrática, cuando en una especie de locura general cedimos a la turba roja de socialistas y comunistas y los indignos deseos de los separatistas pariendo un engendro contra natura patria, como es el Estado de las Autonomías. Pero esta españolísima simplona doctrina ya no resulta suficiente cuando vemos día a día como se caen los frágiles cimientos de eso que algunos llaman grandilocuentemente España. Son demasiados los datos que confirman que la recesión económica se está llevando ese concepto ilusorio por el sumidero. Los más cinco millones y medio de parados, las más de 250.000 empresas que han cerrado, los más de 300.000 jóvenes que han emigrado o los más de 160.000 millones de euros que han salido de España, atestiguan dramáticamente que la fuga obliga a una urgente redefinición del Estado.

Fuga de capitales.- La salida neta de capitales del Estado (sin contar con las operaciones del Banco de España) alcanzó los 163.185,9 millones de euros en los cinco primeros meses del año, de los que 41.294,3 millones salieron sólo en mayo, como consecuencia de la huida de inversiones en cartera, préstamos y depósitos. En el mismo periodo de 2011 el saldo era positivo y se acumulaba una entrada neta de capital de 14.598,5 millones, de acuerdo con los datos de la balanza de pagos. La salida de capitales de España ha convertido al Banco Central Europeo en la principal fuente de financiación de las entidades financieras españolas. Los bancos españoles pidieron en mayo 287.813 millones prestados al BCE. La desconfianza y la incertidumbre han podido con la pasión patria y el dinero busca refugios olvidando los colores de su bandera.

null

Fuga de cerebros.- La cifra de desempleo en España para la franja de edad 17-35 años supera el 44%. El Censo de Españoles Residentes Ausentes habla de la significativa salida de jóvenes “muy cualificados” que se van a otros países a trabajar. ¿A dónde se fueron? En Europa, los principales destinos son el Reino Unido, con 7,756; Francia, con 5,264 y Alemania, con 4,408. En América lo sonEE.UU., con 5,042; Ecuador, con 4,182; Venezuela, con 3,033, y Argentina, con 2,931. A Marruecos se fueron 1,557, y a China 987. La salida en masa de una generación de jóvenes supone un fenómeno similar al vivido por países comoMéxico o Argentina en tiempo en que la deuda exterior hacía inviable alcanzar niveles de crecimiento y, por tanto, de creación de empleo en estos países. La resultante clara de la pérdida de población formada y en el inicio de su vida laboral, no es otra que la pérdida de riqueza del Estado.

Fuga del Estado.- La pérdida de peso específico de lo público ante la crisis económica es palpable. En vez de reforzar la autoridad del poder público como garante de los ciudadanos ante la grave situación que atravesamos, los gobiernos de PSOE y PP han aceptado sumisamente el guión marcado desde Bruselas al dictado de Berlín, de ajustes y recortes de las capacidades públicas para hacer frente a la caída de actividad. Sin apenas inversión y con el empleo público reduciéndose hasta cotas dramáticas, el Estado se desvanece como agente protagonista en la sociedad. Los gobernantes disminuidos en sus decisiones aparecen ante la gente como meros peleles de los mercados, inmersos sus partidos en inútiles batallitas echándose la culpa unos a otros del caos. Mientras, Gobiernos autonómicos y Central se enfrentan encarnizadamente por la corroña del un 1% del déficit público, sin ofrecer el nuevo modelo de convivencia que precisamos.

Fuga de sueños.- Lo peor del estado de las cosas que vive España es la pérdida de un horizonte de ilusiones. No tiene nada que ofrecer al mañana, no le quedan sueños que vender a su población que se levanta cada día con la tremenda certeza de que el futuro será irremediablemente peor que el triste presente. No hay ni hoja de ruta, ni rumbo que trazar, ni navegantes que den confianza a la tripulación. La nave ha entrado en un mar de sargazos y se deja ir a la deriva de los vientos que imponen las decisiones. A estas alturas de la película todo el mundo sabe en España que lo que nos vaya a pasar, es decir, la siguiente mala noticia, no depende de nosotros, sino de lo que otros decidan que nos suceda.

Fuga de valores.- Nada es casualidad en el curso de la historia, todo se produce por una conjunción de elementos que se cuecen lentamente en la olla de nuestras relaciones sociales. La sociedad española llevaba décadas descuidando el adn básico de la convivencia cívica. Los valores democráticos se han deteriorado – si es que no se fundaron en el 78 con claras deficiencias – hasta niveles de degradación. Ejemplarizamos sobre ladrones de guante blanco, no tuvimos reparos para mirar hacia otro lado cuando se produjeron crímenes de terrorismo de Estado, sacralizamos un bipartidismo empobrecedor, anatemizamos al nacionalismo periférico y, sobre todo, derrochamos fondos en corrupción en vez de en educación. Esos individuos son los que ahora se enfrentan individualmente a la crisis, sin la fuerza de la solidaridad para salir adelante, porque aquí todo el mundo se ha echado al monte, las empresas grandes aplastan a las pequeñas y no queremos ver el rostro de nuestro vecino no vaya a ser que nos pida ayuda. Una sociedad sin valores, es una sociedad muerta y la nuestra está en la UVI con una enfermedad terminal diagnosticada.

El verano es tiempo de fuga, las temperaturas tórridas de la península suelen servir a episodios de evasiones varias. No seré yo quien evite el bálsamo del descanso y el olvido temporal de los problemas a aquellos que estén en disposición de disfrutar de sus vacaciones, pero tal vez es el momento de reconocer que ese juego de patriotas que desde los bandos nacionales se airea ya no tiene sentido. Seguramente porque siempre fue falso, llamar ahora a las filas por una España que no existe, debería llevarnos a clamar por un Estado posible, el de la suma bajo el mínimo común denominador y el respeto mútuo. Solo ese nuevo pacto social puede evitar la fuga definitiva.

null

La nueva sinfonía europea: crecer sí, pero ¿cómo?

La cumbre celebrada en Roma entre los mandatarios de las cuatro principales economías del euro – AlemaniaFranciaItalia y España – parece alumbrar un nuevo modelo de actuaciones para afrontar la crisis económica que asola la Unión Europea desde hace tres años. MerkelHollandeMonti y Rajoy han acordado poner en marcha un plan de crecimiento cifrado en nada menos que 130.000 millones de euros, el 1 por ciento del PIB de la UE y una cantidad similar a la aportación anual de los socios de la Unión a los presupuesto comunitarios. La música suena bien y podría calificarse como la primera decisión sensata que nuestros dirigentes toman desde que se iniciara esta pesadilla plagada de malas noticias. Por fin se pone en marcha el new deal europeo que debe ser capaz de hacer sostenible el Estado del bienestar, que nos ha concedido a los europeos el mayor periodo de paz y prosperidad de los últimos siglos, gracias a la alternancia de medidas de austeridad y politicas de crecimiento. En el fondo, algo de tanto sentido común como gastar en lo prioritario y fomentar aquello que nos hace progresar.

La novedad del enfoque tiene no solo transcendencia de fondo, sino también en su esencia formal. Estos últimos años hemos asistido en la UE a un gobierno en la sombra entorno al eje franco-alemán, donde las directrices de la canciller alemana eran sumisamente aceptadas por el presidente francés – una dependencia que le costó la derrota electoral a Sarkozy -. La escenografía ha cambiado con la llegada del socialista François Hollande al Palacio del Elíseo y fruto también, hay que reconocerlo de los buenos oficios del primer ministro italiano, Mario Monti – algo que hubiera sido inviable de la mano del escandaloso Silvio Berlusconi -. En la foto se ha colado de rondón y en el último minuto del presidente español Mariano Rajoy, seguramente para dar un espaldarazo de confianza a la maltrecha economía española, al borde oficial de la intervención y del rescate financiero. Y también su presencia se deba quizás a que el cuadrilatero aunque no sea en absoluto rectangular, representa una forma geométrica de gobernanza mucho más equilibrada que un triángulo isósceles donde Italia jugaría el papel de criada pobre de las dos potencias europeas ahora enfrentadas en una velada discusión sobre su idea de cómo encarar el futuro de la UE. La foto evidentemente tiene valor, valor de marca y valor a futuro.

null

Sin embargo, hechos los merecidos halagos al golpe de timón en la política del euro, que debemos fundamentalmente a Hollande, al programa de los socialistas galos y a los ciudadanos franceses que le han dado su confianza, queda la tarea fundamental por hacer: ponerle letra a la música, pasar de la sintonía de fondo, a la armonía de una composición que debe ser sinfónica, pues, debe acompasar tiempo e instrumentos para sacarnos de la recesión que nos invade y amenaza. Hemos cambiado el monótono y arcaico compas del dos por dos impuesto por Merkel, al compas de compasillo, el cuatro por cuatro, auspiciado por Hollande, con mejor ritmo pues engloba a mas del 70 por ciento del PIB y de la población de la zona euro. Toca ahora componer, llenar ese pentagrama en blanco que espera a conocer las notas, los tonos y los silencios que nuestra economía requiere. Sabemos la cuantía pero no sabemos la forma en que cada Estado lo desembolsará, ni el organismo encargado de gestionarlos.

Nos queda también saber qué instrumentos serán los encargados de interpretar la nueva melodía. En otras palabras, debemos decidir en qué invertir, cuáles creemos que son los pilares sobre los que destinar fondos que generen la creación de empleo y con ello de riqueza en el continente. La Comisión Europea y posteriormente el Parlamento y el Consejo, ya marcaron las líneas fuerza en la llamada Estrategia 2020 de la UE –  “para un crecimiento inteligente, sostenible e integrador” – y ahora toca acelerar los plazos. Son la educación, la innovación, la investigación y las infraestructuras, los ejes motores del desarrollo, siempre desde el absoluto respeto a la sostenibilidad medioambiental. Yo solo hecho en falta un nuevo sector adicional, el de los servicios sociales. Si no somos conscientes de nuestra realidad demográfica presente y futura, de una población que envejece en progresión geométrica, todas nuestras previsiones económicas resultarán inválidas. Tenemos que ser capaces de construir un sector económico viable en torno a la actividad asistencial a nuestros mayores, discapacitados, enfermos crónicos y todo ciudadano en especial situación de necesidad y desprotección.

En todo caso, que nadie piense que solo inyectando fondos resolveremos nuestros problemas. Será necesaria una política fiscal armonizada, que apueste por la economía productiva y no especulativa, que incluya, por supuesto, la ansiada tasa sobre transacciones financieras y un sistema de gobernanza económica y, por lo tanto, también política más automático, con más capacidad para preveer situaciones y plantear medidas. Europa tiene que ser más ágil en sus decisiones y para ello tiene que ser más homogénea, algo que lejos de estar reñido con la diversidad que nos enriquece, debe servir para evitar desigualdades injustas en nuestro espacio común. No podemos seguir haciéndonos competencia desleal con tipos y figuras impositivas divergentes. Estamos obligados a consensuar un modelo fiscal europeo, donde impuestos directos, indirectos y tasas sobre el consumo o el uso se muevan en bases similares, con la solidaridad como valor principal inspirador.

Pero sea como sea, no cabe duda que esta oportunidad que se nos presenta a raíz del anuncio de los líderes de los principales Estados europeos realizado en la ciudad eterna, solo llegará a buen puerto si es una tarea colectiva. Resetear Europa, cuyo software se ha quedado colgado, requiere de la participación de todos. No podemos depositar la responsabilidad de reiniciar el proyecto europeo en cuatro mandatarios, más o menos legitimados por sus ciudadanos. Esta es tarea de la Europa de los pueblos y de la Europa de los ciudadanos. Si no se profundiza en un nuevo modelo de relación de la política con la ciudadanía, si no se hace partícipe a las personas del proceso de cambio que debemos producir, volveremos a fracasar. Más democracia y más participación son elementos imprescindibles para el éxito. Las próximas elecciones europeas de junio de 2013, dentro de menos de un año, elegiremos una cámara de representación que nombrará directamente al presidente de la Comisión Europea, un hecho que desconoce, según encuestas de la propia institución, más del 97% de los ciudadanos de la Unión. No desaprovechemos la posibilidad de implicarnos políticamente en el momento clave de la construcción europea, esta crisis nos ha puesto a todos en el disparadero del precipicio hacia el futuro. El salto al vacío requiere un cambio de mentalidad ciudadana, que empieza en el individuo como parte de una comunidad.

null

Tocando fondo, Spain is touching bottom

Aunque sabido es que todo puede empeorar, no es menos cierto que los últimos indicios dramáticos que rodean a la economía española hacen presagiar los mejores augurios de futuro. Estamos tocando fondo, eso sí ayudados por nuestros socios europeos y el tenaz seguimiento de nuestros pasos por parte de las instituciones de Bruselas. Retrocedemos a tal velocidad sobre nuestros pasos dados con denuedo durante décadas, que estamos sorprendiendo una vez más a propios y extraños. Fuimos un día el milagro europeo creciendo por encima del 2% durante más de diez años y ahora hemos sido capaces de caer por debajo de dichos niveles de desarrollo. Hacemos el cangrejo a la misma misma velocidad que surcábamos antes los mercados a tranco de guepardo. Somos, en fin, un auténtico portento de la naturaleza Estado-Nación. La Bolsa está por debajo de niveles de 2003, la renta per cápita retrocede a ratios de los 90, la morosidad se acerca a la de los inicios de los 80… se impone la moda retro o lo que es lo mismo, volvemos a situaciones anteriores a nuestra entrada en la Unión Europea– entonces Comunidad Económica Europea -. Los fondos de cohesión y estructurales que de la mano de Europa han servido para transformar el paisaje español y revalorizar los activos en infraestucturas, las mismas joyas que están prontas a venderse ante la falta de liquidez del Estado.

Sin embargo, debemos observar los últimos acontecimientos como los síntomas de una posible recuperación. Desde hace tres años, cuando nos sacudió la resaca de la crisis financiera internacional, banqueros y clase política gobernante se han empeñado en negar la realidad. Unos por defender intereses tan bastardos como cuantiosos en suma de privilegios y otros por desconocimiento, irresponsabilidad o falta de coraje. Cuando todas las entidades bancarias deAlemaniaFranciaBélgicaReino Unido u Holanda pusieron en cuestión los valores de sus activos y la posición de su pasivo, nosotros alardeamos de buena salud tapando unos a otros las vergüenzas, sabedores como eran todos de su comatoso estado de salud fruto del endeudamiento privado desproporcionado en productos inmobiliarios. El círculo vicioso era perfecto: el increíble riesgo asumido por todos en torno al sector de la construcción tenía su base en los altísimo niveles de consumo que el crecimiento de nuestra economía generó durante más de diez años. Ello llevó a promotores y bancos a entrar en una espiral del quien da más que inundó el mercado de hipotecas. La realidad es que cuando la recesión se echó encima traduciéndose en elevadas cifras de paro, la construcción se paró en seco y la mayoría de las empresas del sector, grandes, pequeñas y advenedizas, empezaron a desaparecer endosando sus tóxicos activos – que no es otra cosa que algo de dudoso valor – a bancos y cajas. Ya era, pues, cuestión de tiempo que en los balances de las entidades financieras españolas aflorara la realidad contable de unas pérdidas que rondan los 250.000 millones de euros.

null

Hemos agotado el tiempo de las mentiras, primero dentro de casa y luego fuera con nuestros socios de la UE. Nuestra credibilidad se ha ido agotando, primero por el descuadre de nuestras cuentas públicas, todas ellas también afectadas por el síndrome del ladrillo dada la dependencia que las administraciones locales y autonómicas tuvieron del sector inmobiliario también. Déficits no confesados con facturas en los cajones y agujeros negros de pérdidas en cajas de ahorro – casualmente residenciadas en ambos casos en la Comunidad de Madrid y en laComunidad Valenciana – han puesto la gota que ha colmado el baso de los incumplimientos de una economía demasiado pesada para ser rescatada al uso sin acarrear graves consecuencias al euro. Ahora, por tanto, que estamos a la espera de los resultados de las auditorias financieras externas – tan externas que el Banco de España no pinta nada en su labor supervisora – y que las cuentas públicas de todas nuestras administraciones deben presentarse a su control en elMinisterio de Hacienda y en la Comisión Europea cada mes, podemos proclamar orgullosos que hemos tocado fondo.

En situaciones críticas solo del reconocimiento de la verdad pueden venir las soluciones y por eso mismo llegar a tocar fondo suele ser un requisito imprescindible para iniciar la reconstrucción del sistema. De ahí que si el gobierno de Mariano Rajoy tuviera una hoja de ruta clara para afrontar esta posguerra, es el momento ya no de pedir sacrificios a los que la mayoría de la población está más que resignada, sino de hacer el relato de la tierra prometida. Hacia dónde vamos, por duras que sean las penurias que debamos pasar, y cómo debemos afrontar la travesía, son las dos grandes cuestiones aún sin respuesta. No se puede pedir a los ciudadanos que asuman recorte tras recorte de sus derechos, mientras asisten atónitos a la salida a flote de la escandalosa gestión del pasado, sin ofrecerles la esperanza no mesiánica sino en forma de políticas sostenibles.

Es evidente que lo primero que debemos reconocer es la pérdida de valor de activos y de caída de renta de los españoles. Somos más pobres y aún lo seremos más. Según diversos cálculos nos estamos jugando caer entre un 30% y un 50%, lo que nos llevaría en una especia de viaje en el tiempo a los primeros años de la década de los 80. Aclimatados a la nueva circunstancia, tanto a nivel público como privado, es urgente un planteamiento de modelo de competitividad de nuestra economía y un plan de contingencia social para salvaguardar las bases del Estado del bienestar – sanidad, educación y servicios sociales – en una sociedad que envejece a toda velocidad. Las reformas de fondo del siglo XXI que precisamos, ya llevan más de una década de retraso dado que vivíamos en la opulencia, dormidos en el sueño de morfeo sin pensar que el futuro no estaba conquistado.

La práctica quiebra de Bankia se ha convertido en el detonante definitivo de la hora de la verdad bancaria. Más allá de las soluciones coyunturales que se puedan articular de acuerdo con las instituciones europeas para producir los inevitables rescates de las entidades financieras españolas afectadas por el mal inmobiliario, la realidad es que el conjunto de entidades y su volumen se verá sustancialmente disminuido. Ello afectará de forma decisiva a economías locales y regionales con la práctica desaparición de cajas de ahorro centenarias que han cumplido labores básicas de financiación en dichas comunidades. En un marco de concentración con incorporación de capital de países europeos y con menor capacidad de competencia, las empresas pequeñas y medianas seguirán por mucho tiempo teniendo difícil su acceso a las líneas de crédito imprescindibles para su actividad. La sangría vivida por empresas y trabajadores a manos de responsables bancarios que se han comportado obviando el código del sentido común y la buenas conductas del gobierno, requieren la exigencia de responsabilidades. Es inasumible seguir siendo testigos mudos de la caída de entidades cuando paralelamente los causantes de la misma salen por la puerta de atrás con los maletines de sus cuantiosas y blindadas prejubilaciones. Hemos tocado fondo y ahora debemos ponernos en pie, pero por dignidad para empezar a caminar tenemos que juzgar y depurar las culpabilidades de lo sucedido.

null

¿Cuál es la agenda europea del presidente Hollande? Un nuevo plan Marshall para la Unión

La elección de François Hollande como presidente de Francia ha significado un soplo de aire fresco para toda Europa, tal vez más por la novedad del personaje y la necesidad de reequilibrar el eje franco-alemán, que por las realidades del programa del socialista galo que ofrece pocas pistas de sus intenciones.  Sabido es que la esperanza tiene la fuerza de la naturaleza conservacionista y que nos aferramos al optimismo del futuro aunque esté basado en el desconocimiento, pero también es cierto que en muchas ocasiones son esos deseos los que como un movimiento inercial son capaces de cambiar la realidad. El hombre “normal” Hollande, sustituye al fracaso de un Sarkozy tan grandilocuente como ineficaz para contraponer y negociar un modelo de la Unión al rostro de la austeridad que representa la canciller Angela Merkel.  Es precisamente la capacidad de Hollande de aportar una mirada nueva, con nuevas ideas que puedan provocar un cambio de enfoque en las políticas comunitarias la gran incógnita en torno al personaje. Tal vez vive Europa el mismo momento de expectativa que produjo en el mundo la llegada a la Casa Blanca de Barak Obama en el caso del nuevo inquilino del Palacio del Elíseo.

De todas las medidas que se esperan de Hollande, sin duda, la más importante sería la incorporación al pacto fiscal parido por el dúo “Merkozy” de un capítulo dedicado al crecimiento. Ese tratado que desde su nacimiento los propios miembros del Partido Socialista francés a menudo llaman el “tratado de austeridad”, parece que tiene los días contados, pero la realidad es que durante sus siete meses de campaña, Hollande ha mantenido la ambigüedad sobre el verdadero significado del ansiado nuevo “Plan Marshall”. Las ideas que ha incluido en su discurso, tan ambiguas como vagas, se han referido al refuerzo del papel del Banco Europeo de Inversiones y la creación de “eurobonos” como respaldado fundamental para estabilizar la deuda de los Estados de la zona euro y para financiar proyectos a gran escala de infraestructura. Es evidente que realizar un planteamiento poskeynesiano en un escenario de crisis sistémica como la que asola Europa no es tarea fácil y de ahí que Hollande haya encargado un memorando sobre el crecimiento que están preparando actualmente las principales personalidades socialistas francesas, entre ellos Elisabeth Guigou (ex asesora de asuntos de la UE del presidente François Mitterrand) y diputados del Parlamento Europeo como Catherine Trautmann y Pervenche Berès. Un documento que servirá de base a la discusión que centrará la próxima cumbre los Jefes de Gobierno en junio.

null

Pero antes, la cita previa de Merkel y Hollande resultará clave para esta estrategia de renegociación, pieza central de la campaña del nuevo presidente francés para la “reorientación de Europa”.  Sin embargo, este new deal europeista no ha no ha sido bien recibido por Berlín. “Nosotros en Alemania somos de la opinión, y yo también personalmente, que el pacto fiscal no es negociable. Se ha negociado y ha sido firmado por 25 países “, anticipaba en su línea inmovilista Angela Merkel, al día siguiente de conocer la derrota de su inseparable pareja del baile de la crisis, Nicolás Sarkozy. Con todo, los dos líderes también han llevado a cabo gestos conciliatorios, mientras Merkel respaldaba al presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, en su llamada a un “pacto de crecimiento”, Hollande a medida que veía más cerca su victoria electoral ha ido suavizando su posición y ha omitido hablar de la reforma del Banco Central Europeo, en función de la audiencia que le escuchaba, especialmente durante una visita en diciembre a Alemania y en la presentación de sus demandas de reforma de la UE a la prensa internacional, recientemente, el 25 de abril. Probablemente en este ejercicio de equilibrio entre los dos mandatarios resida la clave del futuro de la Unión Europea. Es evidente que Alemania, dados sus dramáticos antecedentes, no cederán en su obsesión en el papel del Banco Central Europeo como garante de la lucha contra la inflación o los equilibrios presupuestarios de los distintos gobiernos europeos. La base del tratado fiscal no parece alterable – solo Irlanda está pendiente de la celebración de un referéndum sobre el texto el 31 de mayo está pendiente de ratificarlo -, pero de la misma forma la necesidad de incorporar medidas de reactivación económica se ha convertido ya en una reclamación general de las principales economías del continente que sufren la recesión en parte motivada por las duras recetas de austeridad.

El programa de Hollande es igualmente vago al referirse al presupuesto de la UE para el período 2014-2020. La dimensión de las aportaciones de los socios al conjunto de la Unión se convertirá en el debate central el próximo año y afecta de manera fundamental a la construcción institucional europea y también al previsible proyecto de inversiones para reanimar el crecimiento económico. A pesar de que el líder galo ha manifestado su deseo de incrementar las aportaciones para poder financiar “grandes proyectos orientados hacia el futuro”, la realidad es que el compromiso no ha pasado de ser genérico y verbal. En plena reforma de la Política Agrícola Común, el portavoz de Hollande Stéphane Foll siguiendo la tradicional defensa francesa de las ayudas al sector, señaló que quería un “presupuesto ambicioso”, pero eso no significaba la cobertura de financiación “hasta el último euro”, tal y como Nicolas Sarkozy, se había en comprometido previamente en campaña. Otra diferencia respecto a su antecesor conservador radica en la posición respecto a la política regional. Francia ha sido tradicionalmente ha desdeñado las políticas de apoyo a las regiones, sin embargo, este pilar redistributivo de la UE es probable que encuentre más apoyo en Hollande, dado que prácticamente todos los gobiernos regionales francese, con la excepción de Alsacia, están dirigidos por socialistas. Él ya se ha comprometido a dar a las regiones un papel más importante en la gestión de los fondos de la UE.

Un tema en el que pueden converger como nunca hasta ahora el eje franco-alemán es en materia energética. Hollande se ha comprometido a reducir la dependencia de Francia de la energía nuclear, pasando del actual nivel de uso eléctrico de esta fuente del 75% actual al 50% en 2025. Esto implicaría grandes inversiones en energías renovables, que podrían ser financiados por los bonos del Banco Europeo de Inversiones que él propugna y que cuenta con el beneplácito germano. Demasiadas esperanzas puestas en el cambio político vivido en Francia el pasado domingo y demasiadas incógnitas en torno al programa socialista y al personaje que debe implementarlas. Deberíamos rebajar las ansiedades y ser conscientes de los plazos para la toma de decisiones a 27. Además, Hollande tiene a escasas semanas vista las elecciones legislativas francesas donde está obligado a aprovechar la circunstancia del declive del centroderecha para reforzar su acción de gobierno con una mayoría sólida en la Asamblea Nacional. Su partner alemán, Angela Merkel, se enfrenta a un rosario, sino calvario, de comicios regionales en los länder federales donde la CDU está viendo mermado su apoyo electoral y en octubre de 2013 tendrán lugar las elecciones federales al Bundestag. Hasta entonces me temo que el programa de medidas no caminará al ritmo que la calle desea.

Que Europa empezará en el próximo semestre a perfilar el plan de reconstrucción económica para hacer frente a la recesión, parece ya una realidad innegable. La fisonomía del plan, las cuantía de sus ayudas y los Estados a los que afectará en mayor medida, aún estamos lejanos a conocer su definición. Me aventuro a pensar que países del Este, con Polonia como gran protagonista y, los Estados de los Balcanes, sobre todo, cuando se produzca la incorporación de Serbia – que supondrá la entrada de cerca de 10 millones más de habitantes, junto a los 4 millones de Croacia que será miembro de pleno derecho en enero de 2013 – capitalizarán gran parte de la reconstrucción de la demanda interna de la eurozona. Supongo que pensar que Italia vaya ser ajena a este proceso es ridículo, los italianos siempre han sabido colocarse el lugar adecuado en el momento idóneo, para no perderse las oportunidades que la historia les ha brindado. Fueran quedarán las pig-nations, aquellos que han rebasado la barrera del sonido y no son creíbles ni en los mercados, ni entre sus socios comunitarios.Grecia al frente, con Portugal siguiendo sus pasos de caos social y económico, no cuentan ni siquiera en el contexto de reparación de lo demolido por la crisis. YEspaña, es la gran incógnita. Su incapacidad para acometer en tres años un presentable saneamiento de sus sistema financiero, le incapacita hoy por hoy, para ser beneficiario de la flexibilidad de la Unión y de sus ayudas. El ladrillo sigue pesando demasiado en los pasivos de la banca española y en el altísimo endeudamiento privado de su economía. A este paso, por mucho que tratemos de hacer un remake del clásico de Berlanga, nos volveremos a quedar pasmados al paso de Mister Marshall y algún gobernante al estilo de Pepe Isbert deberá darnos una explicación porque nos la debe.

null

Si Merkel manda y Rajoy acata… ¡a mí que me rescaten!

Un buen amigo pamplonés me saludaba hace poco al grito de ¡a mí que me rescaten! Si bien es cierto que él mismo se confiesa personaje canalla y atorrante – yo añado que lo es menos de lo que quisiera – la verdad es que el clima de anonadamiento a que nos somete el ritmo de los recortes del Gobierno Rajoy bien justifica la actitud de huida hacia adelante. En apenas los famosos 100 días de inquilino del palacio de La Moncloa, con su mayoría absoluta a cuestas, el presidente popular ha puesto en marcha una basta reforma del Estado del Bienestar consistente básicamente en el sálvese quien pueda ante el feroz acoso de Mariano manostijeras. Resulta difícil de interpretar el camino emprendido dado que ni el talante del personaje, ni la propia ideología en muchas de las medidas tomadas acompaña este rosario de decretos ley que cada viernes nos sobresaltan. La única explicación posible a la ruptura del consenso constitucional que se está produciendo entorno a temas fundamentales que afectan a los derechos de los ciudadanos, tiene que ver con las directrices marcadas desde Berlín por la canciller Merkel y el propio reconocimiento reciente de Rajoy de viaje por Latinoamérica cuando afirmó simplón: “no nos queda más remedio que tomar medidas que no nos gusta porque es que no tenemos dinero”. Somo pobres y lo reconocemos abiertamente. El problema es que cuando se utiliza la segunda persona del plural en estos casos se es profundamente injusta, porque pobres pobres en España lo son menos de un 10%, como ricos ricos lo son otros tantos, el resto ese 80% de clase media ,con todos sus tonos y matices de media hacia abajo y media hacia arriba, lo que nos está pasando es que nos estamos empobreciendo.

En estos cuatro meses de regencia del PP, han subido los impuestos: IRPF, tasas – las universitarias hasta un 50% más -, los especiales; han implantado el copago sanitario, incluso para los jubilados; han recortados los presupuestos en ciencia y tecnología en más del 40%; prácticamente han difuminado la inversión pública en nuevas infraestructuras; han impuesto el déficit cero a todas las administraciones y han reducido de 45 a 33, pero de hecho a 20 días la indemnización por despido laboral. Un programa de medidas que ha admirado a la inspiradora germánica de tales políticas y al FMI, pero que no sirve para calmar a los mercados que siguen tensando la cuerda de la prima de riesgo en niveles superiores a los 420 puntos básicos y que acumula más parados en la cola de las oficinas de desempleo y sigue reduciendo la actividad con tasas de crecimiento negativas síntoma de una nueva recesión. Inmersos en el bucle del círculo vicioso, recortamos porque no tenemos dinero para afrontar compromisos públicos y deuda, lo que frena el consumo y con ello los ingresos del Estado decrecen a la vez que se incrementan las necesidades de gasto social. El laberinto es tan sinuoso que a medida que lo transitamos nos damos cuenta de que no haya salida alguna a la crisis. Todo viene trazado de Bruselas, convertidas las instituciones europeas en una pantomima formal de las decisiones que Berlín toma con la sumisa complicidad de Francia. Enfrente ninguna forma de vida inteligente se manifiesta, la socialdemocracia asiste atónita a la deconstrucción sistemática de gran parte de su obra de las últimas cinco décadas, sin ser capaz de elaborar un discurso alternativo al que puedan aferrarse los ciudadanos. ¡Esto es lo que hay y no hay más!

null

Las famosas líneas rojas – nunca mejor dicho – que la izquierda trazó para romper los consensos y salir a la calle a protestar, se han saltado con total impunidad. La educación y la sanidad se están reformando en aspectos trascendentales sin contar con la otra parte contratante del arco parlamentario. Se toman con nocturnidad y alevosía medidas que afectan a cuestiones vitales del día a día del bolsillo y el bienestar de la gente sin hablarse con profesionales del sector y el resto de fuerzas políticas. Se comunican con notas de prensa sotto voce, entrevistas en medios internacionales o filtraciones confusas. Todo ello en virtud a una legítima mayoría parlamentaria que le concedió al Partido Popular las elecciones generales del pasado mes de noviembre, pero que desde el punto de vista del sentido común del buen gobernante, no debería haber sido interpretado como una especia de trágala para cualquier tipo de reforma. Con las cosas de comer no se juega y si se hace debe ser entre todos, no como si el juguete solo le perteneciera a uno de los jugadores y los demás tengan que observar como se divierte el ganador. Este tipo de actuaciones egocéntricas se suelen demostrar cortoplacistas y, sobre todo, no cuentan con el acompañamiento casi unánime que precisan para obtener los resultados deseados. Además, si miramos con detenimiento a la letra pequeña de las medidas, no van a tener el efecto pretendido en el plazo inmediato para las que se toman. Tanto en educación como en sanidad la implantación de las mismas por sus requerimientos técnicos – caso del copago y su referencia al nivel de renta – o por los calendarios lectivos en la universidad, no podrán tener el efecto anunciado en el déficit corriente de 2012. Difícilmente alguien puede creerse que España cumplirá la tasa impuestas del 5,3%, más bien superará el 6%, una cifra que deberá ser reducida a la mitad el año que viene, es decir, en unos 18 meses, lo que resulta aún más absurdo de imaginar salvo total desmantelamiento de la protección social en el Estado español.

Es razonable en esta circunstancia en la que el Gobierno central ha implantado la práctica del búsquese la vida a las Comunidades Autónomas, que territorios de fuerte base identitaria y concepción nacional de su destino se pregunten qué ventajas les ofrece pertenecer a un Estado que reformula materias de derechos básicos de sus ciudadanos sin el más mínimo diálogo y cercenando de hecho su capacidad de autogobierno. Las decisiones tomadas por Madrid y que, en gran medida deben ser trasladadas dadas sus competencias por los gobiernos autonómicos, han roto el consenso constitucional bajo el falso argumento de la emergencia dictada desde Berlín. Y de fondo rezuma por doquier un afán recentralizador del Estado que ha buscado en el modelo de Estado autonómico una suerte de pandemia colectiva de despilfarro y derroche del gasto público, cuando lo que es censurable es la mala praxis de la acción política allí donde se han cometido excesos. El control y la exigencia de la autorresponsabilidad nada tienen que ver con la pérdida de competencia que de facto producen muchas de las medidas adoptadas por el ejecutivo de Rajoy ya que dejan vacías de contenido a consejerías incapaces de llevar a cabo sus políticas al no contar con los recursos necesarios. Sin una reforma fiscal en profundidad que revise todos las tipologías impositivas desde un nuevo enfoque de redistribución de la riqueza en el conjunto del Estado, lo único que lograremos al elevar la presión contributiva a las familias mediante parches e impulsos de la necesidad inmediata, es extenuar el núcleo de defensa que las personas estamos teniendo en esta ya larga y dura crisis. Y eso, guste o no, pasa también por una redefinición del modelo de Estado y de su simetría en autogobierno dialogando con aquellos que desean más grado de independencia en sus decisiones e integrando a quienes forman parte más de un dibujo virtual que de una realidad política o socioeconómica.

Ante tanto alboroto diario de medidas y sobresaltos cotidianos en nuestra maltrecha economía doméstica, resulta muy complicado pararse un minuto a reflexionar qué puede estar pasando para que haga lo que haga el gobierno todo sea insuficiente a los ojos de los mercados. Algún motivo tendrá que haber para que la credibilidad y la confianza sea imposible de consolidar por mucho que llevemos a cabo las políticas que nos marca Merkel y su subordinada en el FMI,Lagarde. Así que puesto a lanzar hipótesis se me ocurre que tal vez estemos ante el síndrome del comprador que piensa que el precio de lo que desea comprar seguirá aún bajando. Si lo que nos está sucediendo es algo tan simple como que asistimos a la devaluación formal de los activos de un Estado, incluidas sus entidades financieras y sus grandes empresas, me temo que nuestros compradores siguen esperando a que el valor de los mismos siga cayendo hasta el límite de su quiebra. España no puede devaluar su moneda porque no la tiene, no montar su corralito, lo único que puede es malvenderse a una junta de acreedores liderada por Angela Merkel. Y si esto fuera así, qué motivo tiene ella para comprar ya si no se han cumplido su plan del todo y la caída de los intereses españoles aún no es la deseada.

Si me conceden el beneficio de la duda respecto al planteamiento de la venta de España a pedazos, tendremos que convenir que lo que necesitamos con urgencia es un buen vendedor, capaz de poner en valor lo mejor de cada casa y de tapar las vergüenzas de nuestras deficiencias. Mi tío abuelo Manuel a su vuelta de su periplo cubano que le sirvió para dilapidar toda la fortuna familiar, volvió a su pueblo en Lugo con una maleta repleta de piedras para que los mozos que le ayudaron con su equipaje chismorrearan a sus vecinos la suerte que había tenido en sus negocios de ultramar. Tres meses después paso de la ruina a montar una fábrica de galletas y un colegio en el pueblo. Mejor nos ponemos nuestras mejores galas para la subasta y gritamos sin complejos al tono canallesco de mi amigo Charlie, ¡a mí que me rescaten!

null

Amnistía fiscal o la quiebra de la legitimidad del Estado

La presentación de los Presupuestos Generales del Estado por parte del Gobierno de Mariano Rajoy ha aportado una sorpresa mayúscula con la que casi nadie contaba, dado que el propio presidente en sus días de líder de la oposición la había calificado de “impresentable, injusta y antisocial”: la amnistía fiscal. Una medida que hipotéticamente pretende que afloren 25.000 millones de euros de rentas sumergidas para lograr una recaudación adicional de 2.500 millones de euros. La excepcionalidad de un perdón de esta naturaleza de entrada suena a emergencia recaudatoria, a sacar dinero de debajo de las piedras sea cual sea el coste de la prospección para aflorar dinero negro. Todo vale con tal de cuadrar las cuentas a las que Bruselas obliga, acuciado como está el Ejecutivo español por presentarlas y aprobarlas – resulta clamoroso que un gobierno que tomó posesión en diciembre, no haya presentado los presupuestos hasta tres meses después, exactamente una semana después de las elecciones andaluzas -. Las prisas, siempre malas consejeras, urgen a una severa reducción del déficit público, que debe pasar del 8,2% registrado el 2011, al 5,3% en el corriente 2012 y lo que se hace aún más difícil de imaginar, en 2013 deberá situarse en el 3%. Se me antoja que para entonces no quedará nada que recortar en una paisaje desolado por la crisis y la austeridad sobrevenida.

En la historia de la democracia española, se ha aprobado dos veces la amnistía fiscal y, en los dos casos, la ha aplicado un gobierno socialista. La primera vez fue en 1984, con Miguel Boyer al frente del ministerio de Economía. Boyer endureció las leyes contra los evasores de impuestos y, al mismo tiempo, concedió ‘el perdón’ al permitir que todos los que tenían ocultas sus actividades pudieran comprar pagarés del Tesoro Público, sin ninguna penalización fiscal y pudiendo salvaguardar el anonimato. La segunda vez fue en 1991, con Carlos Solchagacomo titular de la cartera de Hacienda. En esta ocasión, la amnistía consistió en permitir que los infractores compraran deuda pública con dinero negro con un tipo de interés inferior al del mercado. El indulto no funcionó como el Gobierno de Felipe González esperaba y tuvieron que subir el IVA en los Presupuestos Generales de 1992, además de advertir de que no se volvería a conceder el perdón fiscal. Ahora, más de veinte años después de la aprobación de la primera amnistía fiscal, con una crisis económica y financiera que deja cinco millones de parados, una deuda pública que puede alcanzar el 74,3% del PIB en 2012 y unas arcas del Estado casi vacías, un gobierno vuelve a plantear la amnistía pese a que los antecedentes nunca cumplieron las expectativas en ella puestas. Con todo, no es España una excepción en Europa ya que otros países han optado por esta medida. Así, Italia es uno de los mejores ejemplos: el pasado mes de octubre, el entonces primer ministro, Silvio Berlusconi, volvía a proponer la amnistía fiscal para reducir el déficit. De este modo, se planteaba eximir los delitos fiscales a quienes compren deuda soberana. Algo que le valió críticas, incluso, desde dentro de su propio partido. Ésta no era la primera vez que ‘Il Cavaliere’ decide perdonar a los evasores con tal de que su dinero vuelva a fluir en el país. Ya en el año 2009 se aprobó la medida y logró que 95.000 millones de euros regresaran a las arcas italianas. Pero según los expertos, esta cifra no es sinónimo de éxito, sobre todo porque la multa para los evasores italianos fue de un irrisorio 5%, cuando en otros países era 10 veces mayor, y aseguran que nuestra Agencia Tributaria tiene más controles que la de Berlusconi.

null

Portugal aprobó la medida a mediados de 2010. En grandes líneas, esta medida excepcional se aplicó a depósitos bancarios,  valores mobiliarios y otros instrumentos financieros tales como fondos de inversión y determinados seguros de vida-ahorro. Se estipuló el pago de un impuesto del 5% del valor de los activos y no es necesario transferirlos a entidades financieras portuguesas, siempre y cuando se trate de elementos que estuvieran depositados en estados miembros de la Unión Europea o del Espacio Económico Europeo. Alemania hizo lo mismo mucho antes de que la actual crisis arreciara. En 2003, el canciller GerardSchröder, dio luz verde a una amnistía fiscal que en la que se permitía a los empresarios alemanes repatriar los fondos que tuvieran en el exterior sin penalización alguna, aunque fijaba una tasa del 25% sobre este dinero una vez que hubiera salido a la luz. En concreto, en los cuatro primeros meses del año el total del dinero repatriado gracias a esta norma ha sumado únicamente 125 millones de euros. Una cantidad muy por debajo de los 5.000 millones previstos inicialmente. Francia tuvo un conato de implantación de la amnistía fiscal en 2004. El primer ministro francés, Jean Pierre Raffarin había apostado por repatriar capitales, implantando una tasa liberatoria de retorno, entre el 10% y 20%, según el volumen de dinero legalizado. Finalmente, Raffarin dio marcha atrás. Le llovieron críticas de todos los partidos.  No se veía ni “moral” ni “eficaz” para la lucha contra la evasión de capitales y la circulación de dinero negro. Años después, en 2009, la Administración Tributaria francesa por aprobar un régimen especial de regularización. Creó una unidad especial en Hacienda. El objetivo: gestionar todos los procesos de regularización de patrimonios opacos situados en paraísos fiscales. Así, se asegura que se apliquen criterios similares en los procesos de regulación y se da seguridad jurídica, ya que sólo hay un órgano inspector. Y en Reino Unido en agosto de 2010, “Her Majesty’s Revenue & Customs (HMRC) lanzó entre septiembre de 2009 y marzo de 2010 The new disclosure opportunity,  encaminada a regularizar exclusivamente cuentas bancarias offshore, debiendo los contribuyentes pagar los impuestos dejados de ingresar durante los últimos diez años junto con una sanción del 10% de la deuda. Si bien no se garantizó la inmunidad penal de los contribuyentes que se acogiesen al programa, el HMRC anunció que las posibilidades de comenzar acciones penales eran extremadamente bajas”.

En España habría que empezar por recordar que conviven cinco Haciendas –ArabaBizkaiaGipuzkoaNavarra/NafarroaEspaña – y de ellas solo la española aplicará la medida, pues, las otras cuatro ya han manifestado que optan por la lucha contra el fraude como mejor argumento para incrementar los ingresos forales. Tanto en lo que respecta a los que practican la economía sumergida que, según la Fundación de las Cajas de Ahorro, se cifra en el 24% del PIB de España, como para los que sacan sus grandes capitales fuera de país para evadir impuesto. La OCDE calcula que el 13% del PIB mundial se encuentra en paraísos fiscales, esto es, entre cinco y siete billones de dólares. El objetivo es hacer que aflore el dinero negro o que vuelva a España. La estimación del gobierno es que se conseguirá que aflore un 10% de la economía sumergida. Eso son 25.000 millones de euros. Lo cual quiere decir que el gobierno sabe perfectamente que están fuera del control impositivo 250.000 millones de euros. De los cuales —con suerte, con mucha suerte— nos dicen que esperan ingresar 2.500. Si esos 250.000 millones tributaran a lo que deben, más los recargos y las correspondientes sanciones, no tendríamos ninguna necesidad alguna de recortar en educación, sanidad, investigación o dependencia en los presupuestos de 2012. Y resulta concluyente el dato que aporta que con los métodos regulares de la lucha contra el fraude fiscal, en 2010, la Agencia Tributaria logró recuperar más de 10.000 millones de euros procedentes de actividades fuera del fisco. Una cifra que supone un 1% del PIB.

Los mismos profesionales de la Agencia Tributaria se han manifestado en contra de la medida que consideran solo servirá para “enjugar los delitos fiscales a precio de saldo”. Los inspectores, que se supone son quienes más deben saber sobre fraude, estiman que el 72% del dinero defraudado a Hacienda proviene de las grandes fortunas y las grandes empresas que, incomprensiblemente, son investigados con muchos menos recursos, ya que la Agencia Tributaria concentra el 80% de sus investigaciones en pequeñas empresas y pequeños contribuyentes. Las grandes empresas tienen más mecanismos de elusión, como las conocidas SICAV, y por supuesto, más facilidades de evasión, ya sea a través de paraísos fiscales o mediante operaciones entre entramados societarios. Pareciera que Rajoy pretende dar la razón a los medios de comunicación y opciones de ultraderecha europea que vienen repitiendo hasta la saciedad que las economías periféricas son nidos de defraudadores y vagos. Oficializando el perdón de delincuentes fiscales se acredita internacionalmente la existencia de un problema estructural, que cuanto menos debería ser inconfesable: España país de economía sumergida y de fuga de capitales. No parece el mejor reclamos para que nuestros socios se corresponsabilicen con los problemas de paro, falta de crecimiento e insuficiencia financiera a la que nos está sometiendo la crisis.

Pero son las consideraciones para la convivencia en el Estado las que resultan más graves de la medida anunciada. En primer lugar, por el agravio comparativo que supone para los millones de contribuyentes que cumplen puntualmente con sus obligaciones. Se premia al defraudador, que podrá esperar a que una de estas amnistías cíclicas pongan en regla su dinero negro. El mensaje es claro: en el Estado español es más rentable delinquir que cumplir o dicho de otra forma, el impuesto grava la honradez. El Estado pierde la legitimidad para exigir el esfuerzo colectivo, el que hace posible un sistema social de protección mútua y, en suma, la arquitectura del Estado del Bienestar se resquebraja en sus cimientos. Rompe también el equilibrio territorial, pues, los niveles de economía sumergida y de fraude fiscal son muy dispares en unas y otras Comunidades Autónomas, con lo que abierta la veda de la aministía, aquellas Comunidades más honestas en sus cuentas y en perseguir el fraude, salen claramente perjudicadas frente a aquellas donde la corrupción y los defraudadores protagonizan la vida pública y la economía productiva. La crisis ha aflorado nuestras miserias peninsulares, pero no imaginábamos que llegaría a recurrir al perdón de los que roban al conjunto de los ciudadanos para salir adelante. Si quienes actúan de manera egoísta, buscando la riqueza monetaria a cualquier precio, incluido el recurso a la delincuencia fiscal, son hoy nuestros salvadores, prefiero declararme éticamente insumiso de este Estado de cosas.

null

Falacias sobre el copago sanitario en Europa

El debate sobre la utilidad o no del sistema de copago para la financiación del sistema sanitario se ha abierto en España a raíz de la aprobación por parte del govern de la Generalitat de Catalunya de una tasa de 1 euro por receta – el llamado ticket moderador – en el Servei Catalá de la Salut. De la misma forma que en la mayoría de los Estados más asolados por la crisis de la deuda – Grecia,IrlandaPortugal – se han introducido medidas de este tipo, parece por los indicios que el gobierno del Partido Popular en España, pese a negarlo una y otra vez, está llevando a cabo reuniones “técnicas” con las consejerías de Sanidad de las Comunidades Autónomas para el estudio primero y posterior implementación de medidas de copago sanitario. Convendría, pues, en este clima preimpositivo analizar sin sesgos ideológicos  y sin fundamento o prejuicios carentes de rigor, las virtudes y los defectos de este tipo de reformas. Lo digo partiendo de la base de la trascendencia que en nuestras vidas tiene garantizar un sistema de salud público de calidad, de acceso garantizado universal y equitativo. Nos jugamos demasiado en las decisiones que sobre el tema tomemos como para que el debate se produzca con opiniones de algunos políticos o tertulianos basadas en generalidades y lugares comunes, en vez de en datos contrastados o hipótesis elaboradas por profesionales de la sanidad. Son éstos, que además en el caso del Estado español, lo son de reconocido prestigio y compromiso con el sistema, quienes más tienen que decir sobre una reforma que solo debe pretender hacer viable la sostenibilidad de uno de los mejores modelos de salud pública de Europa y, por ello, del mundo.

El objeto aludido para introducir el copago es la insuficiencia financiera del modelo. Se nos dice que no tenemos recursos suficientes para mantener un sistema tan bueno, pero tan caro. Yo niego la mayor. Lo primero que tenemos que decidir es qué sistema de salud público queremos tener y cuál es su relación con las ofertas de sanidad privada. Dimensionar la cartera de servicios sanitarios que queremos tener es el primer trabajo, así como establecer qué orden de importancia le concedemos en el conjunto de gasto público. Porque si como parece, todos pensamos que junto con el pago de las pensiones y la educación gratuita e igualmente universal, son los gastos comprometidos ineludibles, a partir de aquí serán otras las partidas a reformar. Por tanto, una vez que definamos el tamaño del sistema y consiguientemente sus necesidades de recursos, podremos pasar a definir las partidas de ingresos sobre las que lo sustentamos. Empiezo por deshacer otra falacia del copago por introducir, porque el copago en el Estado español ya está implantado. En primer lugar, mediante las cuotas a la Seguridad Social que pagamos todos los trabajadores y empresarios, en esa suerte de mutualidad aseguradora de diversas prestaciones que supone. En ese sentido, sería muy convenientes que dichas cuotas vinieran desglosadas en sus diferentes aportaciones para que pudiéramos saber claramente a qué se dedica la caja única: tanto para su sanidad, tanto para su pensión, tanto para su prestación por desempleo si ha lugar… Así evitaríamos la mala praxis habitual, que han llevado a cabo todos los gobiernos, de meter la mano en la caja para sufragar otro tipo de gastos. En segundo lugar, pagamos un porcentaje de los medicamentos – excepto los pensionistas – que nos receta la sanidad pública. Por lo tanto, no debemos hablar de copago como novedad, sino de extender a nuevos tipos de impuesto la financiación de la salud.

null

Si echamos un vistazo a la situación de nuestro entorno europeo, veremos que el copago en distintas modalidades existe en todos. En veintisiete se realiza el copago farmacéutico. En todos salvo en DinamarcaEspaña, Grecia – y ahora se va a introducir – y Reino Unido, existe el copago en atención hospitalaria. En todos menos en España, Grecia – y también pagarán ya –, HungríaLituania, Reino Unido y República Checa se paga algo por la atención especializada. Y respecto a la atención primaria, donde menos está implantado el copago, es totalmente gratuita en España, Grecia – y se les acaba – Holanda, Hungría, Italia, Lituania,Polonia, Reino Unido y República Checa. Es decir, los Estados con menor nivel de copago y, por tanto, de aportación directa de los ciudadanos al coste de los servicios sanitarios que emplean, son el Reino Unido y España. En ambos casos, somos según diversos baremos e indicadores dos de las mejores sanidades del mundo y en el caso español, el tercer país del mundo en esperanza de vida. Además, resulta útil combinar este dato con el de la rentabilidad de la inversión del gasto sanitario, es decir, qué porcentaje sobre el total del PIB empleamos en sanidad. Así en España nos sale muy barata esa salud pública de calidad. La media de los países desarrollados en Europa está alrededor del 9% del PIB, llegando a cifras mucho más altas en EE.UU. (14%). En España el porcentaje es de los más bajos de Europa (8,4%), por debajo de la media europea, solamente por delante de Finlandia, Hungría, Polonia y la República Checa y muy por debajo de lo destinado en Suiza (11,3%), Alemania (10,6%), Bélgica (10,4%), Francia(11,1%), Austria (10,1%), Dinamarca (9,5%), Holanda (9,3%), Islandia (9,2%),Suecia (9,2%), Grecia (9,1%) e Italia (8,7%).

Se supone que el principal argumento a favor de la extensión del modelo de copago es la disminución del “consumo” sanitario. En ese sentido, deberíamos recordar que la enfermedad, en general, se contrae, no se desea y, más importante aún, que quien discrimina el uso del sistema son sus profesionales, es decir, aquellos en quienes depositamos la confianza en nuestra curación o cuidado. Partir de la base del abuso del sistema supone quebrar la confianza en él y, en todo caso, si existen los excesos atajense, pero no se introduzcan impuestos indiscriminados que culpan a aquellos que nada tienen que ver con los que se aprovechan indebidamente. En cualquier caso, en los países europeos donde más experiencia por tiempo y extensión del copago tienen, está demostrado que efectivamente disminuye el “consumo”, si bien a costa de importantes pérdidas en el reparto equitativo. Es evidente que pese a que se reduzca la aportación del copago a las capas con menores niveles de renta, el hecho de tener que pagar establece una discriminación que afecta más al que menos tiene y que le disuade de acudir al médico. Ello supone a largo plazo que al desaparecer la labor preventiva de la consulta periódica, se pierde el contacto con el paciente y el historial clínico es menos rico en datos, por lo que una enfermedad puede revelarse más grave cuando aparece y propender a convertirse en dolencia crónica. Es decir, que lo barato a la larga se vuelve caro. Y, como dato adicional, la cuantía que se recauda por las distintas fórmulas de copago no son relevantes a efectos del conjunto del gasto sanitario, con ellas no se garantiza la sostenibilidad del sistema. En resumen, demasiado coste social para poco retorno económico.

Si el problema se centra en la financiación del sistema y éste resulta prioritario en nuestras vidas, deberíamos plantearnos una reforma fiscal en profundidad que lo haga viable. De igual forma que el Pacto de Toledo aseguró un consenso básico para garantizar el pago a largo plazo de las pensiones, se requiere un Pacto de Estado para la Salud, dado que además la responsabilidad de su gestión está plenamente transferida a las Comunidades Autónomas. A éstas se les puede marcar y se debe, el mínimo de servicios y prestaciones a las que está obligada por ley, pero en absoluto se les puede impedir a aquellas que mejor gestionan o son capaces de hacer frente a sus necesidades de recursos, que dejen de prestar una asistencia de máxima calidad porque en otras comunidades se malgasta o despilfarra. La solidaridad interterritorial solo es exigible cuando existe paralelamente la fiscalización del gasto y la responsabilidad de cada uno en el mismo. En todo caso, más que imponer una tributación especial en función de la renta personal a los usuarios de los distintos sistemas de salud como ha propuesto el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijoó, parece mucho más coherente y eficaz, acometer una reforma fiscal global que ante la situación de ensanchamiento de la brecha entre ricos y pobres en España, suponga un nuevo modelo de redistribución de la riqueza y, con ello, de financiación de la sanidad, pensiones, desempleo o educación. Cualquier otra medida es un parche intencionado para encubrir la privatización del sistema.

El modelo público de Salud en el Estado español no requiere un cambio radical, ni siquiera en su esquema de financiación. Eso solo lo defienden los que buscan su desaparición. Requiere mejorar los modelos de gestión y, sobre todo, implicar más y contar más con sus profesionales que siguen siendo los mejores defensores del sistema. Requiere un redimensionamiento de sus recursos y una evaluación de sus necesidades de inversión para no quedarse obsoleto en equipamientos y en formación de sus clínicos. Pero con eso no estamos hablando de nada que no sea un trabajo continuo en el ámbito más importantes de nuestras vidas, algo que debemos hacer día a día, no excepcionalmente. No podemos asumir con debates superfluos y vacuos la introducción de un impuesto a la enfermedad, una suerte de tributo por no estar sano, porque eso rompe el equilibrio de una sociedad que cree en la solidaridad y en la red de apoyo que supone que tus congéneres paguen por ti cuando tú lo necesitas igual que tú harías por ellos si así sucediera. En eso nos diferenciamos los europeos, para bien, de modelos de sociedad como el de Estados Unidos, donde curarse es un privilegio o de sociedades donde los derechos solo están al alcance de los más ricos. No podemos permitir que entre nosotros se instale el egoísmo de aceptar que nuestros niños o ancianos podrán vivir en función de su renta. Si así lo hacemos, habremos matado el concepto mismo de Europa.
null

Europa en recesión, enhorabuena Frau Merkel

Tras dos años de drástricos recortes presupuestarios e inyecciones mil millonarias de euros a la banca para calmar a los mercados, Europa ha acabado con el tímido crecimiento que venía registrando, oficialmente su eurozona – el buque insignia de la economía de la UE – ha entrado en recesión y según las previsiones para todo el año 2012. La política de austeridad y equilibrio de las cuentas públicas a cualquier precio marcada al paso germánico por la Canciller Angela Merkel con la complicidad estatutaria del Banco Central Europeo y del presidente galo Nicolás Sarkozy, ha obtenido sus primeros resultados. Eso sí, los contrarios de los deseados salvo que pensemos con toda la mala fe posible que estamos en una trampa de empobrecimiento de los activos de la mayoría de los países para ejercer un control efectivo francoalemán de Europa.

Pero hoy no toca ese tipo de reflexión que aunque algunos califican de política ficción la tozuda realidad se empeña día a día a ponernos la mosca detrás de la oreja. Hoy el problema es que, con la motivación que fuera, la política ultraortodoxa liberal de Merkozy y Draghi nos ha llevado a todos al borde de la congelación. Algunos aún marcan dígitos ceranos al medio punto, casos como el de los promotores del desastre, Alemania (0,6%) o Francia (0,4%). Y otros padecemos el rigor mortis de temperaturas bajo cero, aquellos afectados por los rescates,Grecia (-4,4%) o Portugal (-3,3%) y los atacados por el mal de la prima de riesgo,Italia (-1,3%) o España (-1%). La media de la zona euro plácidamente estancada como las fétidas aguas de un mar muerto al 0%, en una palabra, ni frío ni calor, simplemente inactivos. Tampoco había que ser muy listo para darse cuenta que si aplicas elementos correctores severos al consumo y a la demanda interna de Estados cuya población en conjunto suma cerca de 120 millones de personas, todos los países del euro se verían afectados. De eso se trataba cuando hace más de 30 años nos empeñamos en la construcción de un mercado único europeo para todos. ¿O pensábamos que solo funcionaría en opulencia y ciclo alcista y que podríamos levantar muros en las fronteras cuando asomara la crisis a alguno de los territorios comunes?

null

Como ocurre con las epidemias y los aviones, nuestra crisis no es encapsulable al antojo de los más ricos, acaba afectando a todos por moneda común y por balanza comercial intracomunitaria. Lo que le afecta al vecino termina por dolernos en nuestras propias carnes. Tal vez creyó Alemania cuando analizó la crisis europea de bonos nacionales que la política del castigo al socio indisciplinado le serviría para garantizar su alto ritmo de crecimiento. Y tal vez por eso se opuso hasta la saciedad a la aplicación de soluciones de consenso y a flexibilizar las penas a los pecadores. Había que ejemplarizar y cortar el problema de raíz no fuera a ser que los derrochadores sureños se comieran los abnegados ahorros del disciplinado y sufrido pueblo alemán. A los griegos les cortamos uno a uno la mano izquierda para recordarles de por vida que no deben meter la mano en la caja o vivir por encima de sus posibilidades – como es natural el que decide los posibles de Grecia son los bancos alemanes y ahora toca que no como antes tocó que si -. No son los griegos ni peores ni mejores que hace diez años cuando fundamos el euro. Seguro que mienten como entonces o dicen las mismas verdades de aquellos días. Pero les ha caído encima el castigo de los intransigentes dioses teutones y, por si fueran pocas sus tragedias, dado que con una mano no saben hacer los deberes, les acabamos de cortar la mano derecha. Tenemos ya un pueblo manco de las dos manos al que pedimos que trabaje haciendo encaje de bolillos. Como es natural los bordados son horrorosos y no hay quien venda una pieza: resultado, un país en bancarrota, sin ninguna posibilidad de crecer.

Lo peor de la cosa es que aunque nuestros ilustrados dirigentes aceptaran haberse equivocado y cambiaran de políticas para afrontar la recesión que ya padecemos, me temo que no nos queda suficiente margen de maniobra. Cualquier política poskeynesiana sensata no sería de aplicación, pues, hemos derrochado nuestras reservas para inversiones públicas en los cuantiosos fondos monetarios que ha precisado una banca privada al borde de la quiebra. Y encima ni con esas tenemos un sistema financiero drenado que proporcione créditos a nuestras pymes – el verdadero tejido empresarial europeo -. Asimismo, si optáramos por una reforma fiscal en profundidad como escudo protector de nuestro modelo de Estado del Bienestar, el paulatino desmantelamiento que del mismo ya se está produciendo y los escasos recuedsos que detentan por una crisis larga nuestras clases medias europeas, la harían ineficaz. Por último, ni la innovación, falta de recursos suficientes de mercado, ni la economía social, sin presupuestos públicos de magnitud para sostenerla, nos ofrecen esperanzas de crecimiento a corto plazo.

En el fondo los europeos volvemos a padecer nuestro mal endémico: la desconfianza en nosotros mismos o mejor dicho en el vecino, porque cada uno de nosotros seríamos un pueblo ejemplar si no fuera por pérfidos objetivos del de al lado. La única esperanza que nos queda, en mi humilde parecer, es que instalados todos en la ruina dejemos de tener celos unos de otros y nos demos cuenta que atar o amordazar al deudor de nada sirve para cobrar la deuda. Las deudas hoy ya son de todos los europeos sumidos en recesión y, por ello, las soluciones deben ser de todos y para todos porque ya nadie tiene nada que ganar por el camino que íbamos, ni nada que perder por explorar nuevas sendas. Démosle, pues, la enhorabuena a Merkel por habernos traído hasta aquí y podernos replantear las cosas, y marquemos un nuevo rumbo si es preciso con nuevos timoneles más jóvenes y más aventurados. Algo evidentemente se está empezando a mover cuando 10 jefes de gobierno instigados por CameronMontihan empezado un movimiento rebelde contra los planteamientos de Merkel y Sarkozy y, por otra parte, ambos dos se enfrentan a procesos electorales en los que las encuestas no les auguran resultados victoriosos, el uno de inmediato en abril y la otra el próximo año. Puede que los tiempos de Merkozy estén tocando a su fin.

null

¿Cómo acabar con el miedo al miedo? Las agencias de rating, el coco que asusta a los Estados

El pasado viernes 13 de febrero, muy a la americana, la agencia de ratingStandard and Poor’s, decidió sacar la motosierra y realizar su particular versión de la matanza en Texas en el escenario del mercado de la deuda de los Estados europeos. Estandar y de los pobres – la traducción al castellano del nombre y apellido de la agencia no tiene desperdicio – decidió rebajar la categoría a 9 de los 17 Estados de la eurozona, con ejemplos tan llamativos como el de Francia yAustria que dejaron por el camino su Triple A, pasando de AAA a  (AA+). Mientras que España, Italia y Portugal, le rebajaron dos escalones sus notas. Con lo que los títulos de deuda de Portugal y España quedan en la categoría especulativa. ”Las acciones de hoy son fruto de nuestra creencia de que las iniciativas políticas tomadas por los líderes europeos en las últimas semanas pueden ser insuficientes para atajar totalmente el estrés sistemático en la zona euro”, señaló como justificación a tal medida la agencia de calificación en el comunicado.

Con esta decisión S&P concluía el proceso de revisión para una posible rebaja iniciado el pasado mes de diciembre en torno a la solvencia de quince de los diecisiete países de la zona euro, y que finalmente ha mantenido la triple “A” aAlemania,  además de a FinlandiaLuxemburgoPaíses Bajos. Mientras que degradaba en dos escalones la deuda de España, Italia, Portugal y Chipre, y en un escalón la calificación de la de Francia, Austria, MaltaEslovaquia yEslovenia. Bonita escabechina de la zona euro, que curiosamente no fue ratificada por la hermana gemela en calificaciones, la agencia Moody´s que el lunes mantuvo la nota de Francia aunque dejando claro los graves riesgos de la deuda entorno al euro. Formalmente una vez más la batalla la ganado Angela Merkel y además de seguir haciendo pingues beneficios en la colocación de la deuda, vuelve a remarcar la necesidad de medidas de ajuste como única medicación para recuperar los equilibrios presupuestarios. O sea que si no querías aceite de ricino, dos cucharadas.

null

Ante tal asalto a Europa en forma de malas notas en los mercados financieros, a uno le pide el cuerpo soltar cinco boutades, que espero tratan de ser ingeniosas y espero que lo consigan:

1.- El propio concepto de calificación resulta esencialmente perverso, pues, lo primero que deberíamos de preguntarnos es ¿quién es quién para calificarnos? y ¿con qué criterios nos califica?. Su propiedad e intereses son demasiado oscuros como para que legitimemos a las agencias de rating y les concedamos el valor y la carga de la prueba cuando lo que se está juzgando es la capacidad que tenemos cientos de millones de ciudadanos para hacer frente a nuestras deudas. ¿Pretenden hacernos creer que el mayor espacio de libertad y desarrollo del mundo civilizado es incapaz de pagar a sus acreedores? Eso seria como admitir que tenemos que echar el cierre del sistema y reinventarnos todos, empezando por ellos.

2.- Cabe hacerse una segunda pregunta más inocente aún pero relevante a efectos de inventario de la situación: ¿a quién afecta la calificación, es decir, quién gana y quién pierde en este juego? Tal vez si analizamos el resultado entenderíamos a favor de quién pitan estos árbitros que se han convertido en auténticos dictadores de la política europea.

3.- El mercado de la deuda de la eurozona se ha convertido en un chollo sin riesgo para sus inversores. Invierten en valores que saben seguros porque Europa acudirá al rescate a cualquier precio de sus partes en peligro, pero para aumentar sus intereses tienen que sumir a los Estados en una campaña de desprestigio y descrédito que encarezca su salvación.

4.- El origen de esta broma perversa en que se está convirtiendo la crisis no es otro que la especulación financiera y sus principales causantes las entidades financieras privadas, esto es, la banca. Para sarcasmo general son los bancos los más beneficiados con la situación de la deuda soberana de países con siglos y siglos a sus espaldas. Ellos van saneando sus chapuzas en balance, las que nos llevaron hasta aquí y el que paga no es otro que el ciudadano que ve recortados tras realizar cuantiosas aportaciones a los fondos de rescate de la banca, sus derechos de prestaciones sociales – educación, sanidad, pensiones… -, incrementados sus impuestos para pagar intereses de la deuda y, finalmente, mermado su poder adquisitivo y su nivel de vida.

5.- En la línea de posibles soluciones a la trampa en la que nos hallamos sumidos solo habría que tener valor suficiente o de otra forma dicho, perder el miedo al miedo y ser capaz de poner en marcha tres mecanismos que depende tan solo, pero nada más y nada menos, que de la decisión de nuestros políticos:

  • Creación de una agencia pública europea de rating como organismo calificador oficial utilizado por el Banco Central Europeo.
  • Creación de entidades públicas de créditos en los países de la eurozona para fomentar la inversión en la economía productiva, la consiguiente creación de empleo y fomento de la innovación europea. El BCE prestaría a estas entidades al 0,01% y estas al mercado al 0,1% para financiar deuda y posteriormente a tipos del 3% muy inferiores a los 6% y 9% con que los Estados están colocando su deuda.
  • Puesta en marcha de la tasa o impuesto sobre transacciones financieras de base especulativa, tal y como proponen varios países de la UE con Francia a la cabeza. Algo que no es otra cosa que la resurrección y puesta al día de la vieja tasa Tobin.

Quizá si una mañana nuestros mandatarios se levantaran como si hubiera acabado la pesadilla, se miraran al espejo y se dieran cuenta que fuera en la calle está su gente, la que está esperando que decidan por ellos, por sus derechos y por sus libertades, se verían con fuerza para encarar el futuro y mandar a las agencias de rating exactamente al lugar que se merecen …

null

Unión Europea 2012: perspectivas políticas y económicas

PERSPECTIVAS POLÍTICAS:

El calendario electoral de la Unión Europea el año 2012 vendrá marcado por tres comicios:

  • 15 de enero, elecciones presidenciales en Finlandia.
  • 22 de abril, elecciones presidenciales en Francia.
  • Finales de abril, elecciones legislativas en Grecia.

Queda por saber si el gobierno provisional de Mario Monti en Italia alargará su mandato para efectuar las reformas solicitadas desde Bruselas todo el año 2012 o si por el contrario, concluida su misión especial se convocarán elecciones legislativas para retomar la normalidad política en el país transalpino.

Y sobre todas ellas tendrá enorme significación la contienda electoral en Rusiapara elegir su presidente el 4 de marzo.

Previsiones electorales:

  • Finlandia: Las elecciones presidenciales del próximo 15 de enero se producen a menos de un año de las elecciones legislativas que dieron como resultado la conformación de un gobierno de coalición que tardó dos meses en alcanzarse e integrado por seis partidos políticos. De ahí que la elección del nuevo presidente, que sustituirá a la presidente Tarja Halonense convierta en una auténtica segunda vuelta de los comicios generales. El presidente finlandés constitucionalmente tiene poderes reforzados para materias de Estado, por lo que no resultan en absoluto unas elecciones testimoniales. Será también importante evaluar la capacidad de movilización de la ultraderecha de los Verdaderos Finladeses, cuyo líder Timo Soini fue la gran sorpresa de las legislativas y ahora se presenta a la presidencia para competir con el principal favorito, el ex presidente del gobierno y líder del Partido de Coalición Nacional, Sauli Niinisto, con el permiso del socialdemócrata Paavo Väyrynen.
  • Francia: La principal cita electoral de la Unión tendrá lugar entre abril y mayo – lo normal es que sea precisa la segunda vuelta – para definir el presidente de la República. Una batalla que se dirimirá casi con total seguridad entre Nicolás Sarkozy y Francois Hollande. Los socialistas acaban de llevar a cabo su proceso de primarias, en el que votaron nada menos que 2 millones de personas del que saliço ungido Hollande (ex marido de la anterior candidata socialista Ségolène Royale). Enfrente un sarkozy cuya imagen se ha desgastado estos años de mandato notablemente pero que en los últimos meses, fruto de su protagonismo ante la situación del euro y de la UE ha remontado posiciones en las encuestas. Los sondeos actualmente señalan que Hollande obtendría un 32% de los votos en primera vuelta por un 25,5% de Sarkozy. La clave una vez más estará en las opciones de hacerse con los votos de otros candidatos de cara a la segunda vuelta. En este sentido, parece claro que Hollande contaría con el voto de la izquierda y los del centro que pueda obtener Francois Bayrou (las encuestas le dan un 7%). Por contra Sarkozy podría contar con los votos de los ultraderechistas del Frente Nacional representados por Marine Le Pen (con un 17% en los sondeos).
  • Grecia: Sin fecha aún fijada pero con el escenario de adelanto ya pactado, el país heleno celebrará sus comicios generales a finales de abril o principios de mayo. Todo depende de las negociaciones que el gobierno de Lukás Papademos lleva a cabo sobre la quita de la deuda que obligó a dos rescates de las finanzas públicas griegas. El ejecutivo de unidad conformado por los tres principales partidos deberá concluir su trabajo para lograr la condonación de la mitad de la deuda en manos de banca privada y grandes fondos de inversión. Los sondeos últimos dan una clara ventaja al partido de centro derecha de Antonis Samarás, Nueva Democracia, aunque lejana aún a una mayoría absoluta por lo que lo más previsible es que Grecia deba acudir a fórmulas de coalición o incluso de gobiernos de unidad como el actual.
  • null

PERSPECTIVAS ECONÓMICAS:

Según el último informe de previsiones de la Unión Europea hecho público el pasado 10 de noviembre en Bruselas, el crecimiento de la UE permanecerá prácticamente estancado durante 2012 para empezar a recuperarse lentamente en 2013,  por lo que se prevé que el desempleo se mantenga en los actuales niveles elevados. Los principales indicadores apuntan al estancamiento de la recuperación con posibles riesgos de contracción. En consecuencia, se espera que en 2012 el PIB crezca a un ritmo de tan solo un 0,5% en la UE y la eurozona.

La prolongada incertidumbre en los mercados financieros con respecto a la sostenibilidad de las finanzas públicas en algunas economías de la zona euro y los temores de contagio que afectan a los países de su núcleo duro contribuirán a un crecimiento débil. La debilidad de la economía mundial, y de las economías de algunos de los socios más importantes de la UE, reforzará esta tendencia. El pronóstico asume una recuperación gradual de la confianza en el segundo semestre de 2012, respaldada por la aplicación de medidas políticas que reconduzcan la crisis de la deuda soberana.

Sus principales conclusiones son:

  • Estancamiento de los mercados laborales. Es probable que el desempleo se mantenga en su elevado nivel actual del 9,5%, aunque, también en este caso, la situación variará mucho de un país a otro.
  • Las finanzas públicas en vías de una mejora gradual. Está previsto que en 2012 los déficits se reduzcan hasta situarse justo por debajo del 4% y el 3,5% del PIB en la UE y la eurozona, respectivamente. Según las previsiones, la ratio deuda-PIB alcanzará su nivel máximo en la UE en 2012 (en torno al 85%) para estabilizarse en 2013. En la zona euro, sin embargo, la ratio de la deuda seguirá aumentando ligeramente y rebasará el 90% del PIB en 2012.
  • Inflación por debajo del 2%. El pronóstico indica un descenso de la inflación por debajo del 2% en 2012 debido a la reducción de la presión de los precios de la energía. Está previsto que la debilidad de la actividad económica y la moderación salarial mantengan la inflación bajo control durante el periodo examinado en las previsiones.
  • Se mantiene el riesgo de contracción.Son tres los principales riesgos que pesan sobre la economía de la UE y la eurozona: la prolongada incertidumbre generada por la deuda soberana, la debilidad del sector financiero y la ralentización del comercio mundial. Existe la posibilidad de entrar en una dinámica negativa: la desaceleración del crecimiento podría afectar a los emisores de deuda pública, lo que, a su vez, podría deteriorar la situación del sector financiero, que sería incapaz de apoyar el crecimiento.

En sentido más positivo las previsiones también señalan que si por el contrario, el hecho de que la recuperación de la confianza se produjese antes de lo previsto podría potenciar la inversión y el consumo privado. Es más, la mejora del entorno internacional, si se reanudase por ejemplo el crecimiento mundial, podría dar un nuevo ímpetu a las exportaciones de la UE. Del mismo modo, la bajada de precios de los productos de consumo contribuiría a un consumo más dinámico.

null